En pleno siglo XXI leer que un laureado
escritor se refiera aún a los “auténticos limeños” o sea a un 4 % de la
población de Lima como los únicos que pueden vivir en paz y felicidad en una
ciudad imperdible es una barbaridad cuyo origen parece venir de una añoranza colonial.
Decir que el limeño de hoy es agresivo,
detestable y por lo general “provinciano” es algo que nunca pensé leer y menos
de alguien de quien supones calidades humanas. Para Bryce Echenique no existe
mestizaje ni menos inclusión, quizás de palabra pero no con los hechos.
Hoy en día hay esfuerzos por revalorar
el pasado pre-inca, cuyos vestigios se encuentran a lo largo de los valles del
Rímac, Chillón y Lurín en forma de “huacas ceremoniales”. Identificarse con ese
pasado grandioso, cuyos orígenes se remontan a 4 mil años atrás, es de gran
importancia pero Lima como tal nació, creció y existe por su pasado colonial y
republicano. Lima como ciudad no existió antes y existe hoy más allá de los “verdaderos
limeños”.
En los inicios de las migraciones de los
años 40 del siglo pasado y en los peores
años de la crisis de los 80s, Lima creció y se desbordó de sus límites
originales en forma desordenada y anómica. El costo de sobrevivir fue recrear
una sociedad donde el tráfico, la convivencia y muchas cosas son difíciles de
soportar para quienes no vivimos en nuestra querida ciudad.
Sin embargo la ciudad creció. Manos
laboriosas fundaron Villa El Salvador, Huaycán y crearon el emporio textil de
Gamarra. La solidaridad salvó generaciones del hambre con los Comités de Vaso
de Leche y los Comedores Populares. A lo largo de años, millones de dólares
fueron invertidos en construcciones de casas que como dice Hernando de Soto,
constituyen la más grande inversión hecha por los peruanos; la misma que sin su
respectiva titulación constituía una inversión “dormida” y que en los 90s
empezó a ser reconocida por el Estado.
Bryce habla de una Lima linda y segura
solo en el tramo de San Isidro y Miraflores y quizás lo sea así para los
turistas poco informados. Lima tiene un Centro Histórico hermoso, barrios
medios como Pueblo Libre llenos de atractivos rincones y sorprendentes lugares
llenos de pujanza como Los Olivos, donde se mueven millones de dólares en
comercio e inversión inmobiliaria.
Lima como ya lo hemos dicho en otros
artículos no es solo imperdible por sus lugares, su gastronomía, sus museos,
sus iglesias barrocas y su mar sino sobre todo por su gente gentil y
hospitalaria, muy lejos de ese ser “agresivo y detestable” que nos quiere
vender Bryce. Yo desciendo de un huancaíno laborioso y de una chalaca de mucho
temple y orgullo y así como yo muchos, la gran mayoría, descienden de
provincianos que no solo vinieron fugándose de la pobreza y del terror de los 80s sino que
vinieron a aportar su saber, sus enormes capacidades y laboriosidad. Gente que
hizo Lima y la hizo grande.
Así que señor Bryce, abra su mente,
libérela de sus resabios coloniales y condiga su palabra con la realidad. Patanes,
a los que usted se refiere no tienen fronteras ni lugar de nacimiento.
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