El último paro en el distrito de
Machu Picchu nos muestra que frágil es la capacidad de respuesta del Estado a
las protestas, con y sin razón, que ponen en jaque a nuestro principal destino
turístico.
El acceso a este distrito es
posible solo por tren y no solo para los turistas que desean ver esta maravilla
sino para los peruanos que viven ahí y para quienes trabajan en sus
hoteles y diferentes negocios, todos asociados
–en su gran mayoría- al sector turismo.
Visitar Machu Picchu para alguien
que vive a miles de kilómetros responde a una planificación que lleva hasta más
de un año y de pronto no poder visitar esta increíble ciudadela –por motivo de
un paro- se puede convertir en una gran frustración y motivo de una pésima
propaganda para nuestro país.
¿Qué hacer entonces para evitar
esto y por supuesto, solucionar justos reclamos? En primer lugar los pobladores
exigen soluciones a autoridades alejadas de este distrito cuando lo primero que
deberían es saber elegir a su alcalde. Este puesto es cada cuatro años motivo
de arduos intentos unidos a malas artes. El objetivo, a lo largo de estos años,
no es precisamente el desarrollo ordenado de este distrito, lamentablemente.
El distrito de Machu Picchu, conocido
también como Aguas Calientes, ha crecido enormemente –aunque sin una
planificación sostenible- en estos 30 últimos años. A ello ha contribuido el
turismo. Nuevos hoteles, la llegada de trenes modernos y muchos negocios, todos
vinculados al turismo. Por ello, es inconcebible, que sectores radicales
busquen paralizarlo so pretexto de protestar.
Uno de los principales pedidos es
el acceso a un transporte más barato; sin embargo, como dicen los operadores
del tren hay una serie de horarios con tarifas preferenciales para los viajeros
nacionales. Hay otros reclamos como
mejorar el acceso al internet o mejorar el acceso a agua y saneamiento, pero
esto no tiene que ver con destruir a la “gallina de los huevos de oro” o sea el
turismo.
Creemos que es necesario que los
recursos que genera Machu Picchu se distribuyan más justamente y el Estado
busque con prioridad la solución de los problemas que aquejan a los pobladores
de este distrito. Es necesario un
diálogo fructífero y no las mal llamadas “mesas de diálogo” encabezadas por
representantes de fantasmales “frentes de defensa”.
Es hora de que los propios
pobladores defiendan al que es su principal fuente de ingresos. Basta de
demagogia y radicalismos que no conducen a solución alguna a los aún problemas
que aquejan a este distrito.
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