Casi a fines de
los años 70s la familia Torres se mudó a su nueva casa frente a la Universidad
Católica. Fue todo un drama para nosotros que los visitábamos siempre como para
ellos que de estar en las cercanías de una avenida como la Brasil que conectaba
con todos los puntos de la ciudad, ahora tenían que estar a expensas de tan
solo una línea de micros, la 37 (A y B)
que iba hasta Comas.
Eran los años en
que me movilizaba en los micros que circulaban por la avenida Brasil sea para
Miraflores (Ovalo), Magdalena o Breña y el Centro de Lima. Me refiero a las líneas 2, 7, 8, 10, 24, 75 y alguna
otra como la 32, Senati-San Borja, Covida-Ate.
El transporte
público siempre fue un drama para los limeños. Hoy nos escandalizamos pero en
aquellos años íbamos apiñados y es en los finales de los 80s que se convirtió
en un infierno. En esos años ya vivía en Miraflores y era asiduo de la 59 (A y
B), la 2 (A y B) y algunas veces la 54 que partía de la Residencial San Felipe
así como los recordados micros de la línea “Chama”.
El remedio vino
con la importación de las combis y la reconversión de los empleados públicos
(despedidos ante una reducción del Estado) a choferes de transporte público.
Pero la supuesta solución se convirtió en un problema más. Gente acostumbrada a
no cumplir las normas (trabajar poco o nada y recibir una serie de prebendas)
no tardó en convertir las pistas de Lima en campos de carrera y de accidentes
cada vez más frecuentes.
A la obra
visionaria en que se convirtió la Vía Expresa (a pesar que en sus inicios fue
criticada por considerársela en un elefante blanco) no siguieron nuevas vías
que se adelantaran a las necesidades que hoy tenemos. Una ciudad de 1 millón de
habitantes no supo prever lo que necesitaríamos 40 años después 10 millones de
habitantes y menos supo modernizar el servicio de Tranvías, muy vigente hoy en
día en muchas ciudades europeas pero que en Lima fue eliminado.
Un ejemplo de
ello fue el Corredor Brasil-Alfonso Ugarte habilitado en 1987 que hoy se ha
convertido en una vía lenta y llena de semáforos. Salvo algunas obras de
envergadura como los pasos a desnivel en las plazas 2 de Mayo, Unión, Cabitos y
el Trébol de la Javier Prado así como la avenida Universitaria y la mal llamada
Vía Expresa de la Javier Prado; poco se ha hecho.
Las principales
avenidas se han convertido en pistas lentas y congestionadas. Javier Prado, La
Marina, Salaverry, Ejército, Brasil, Alfonso Ugarte, Canadá, Canevaro, Abancay,
Manco Cápac, Iquitos, Sucre, Tingo María, Universitaria, Faucett, Perú, entre otras no solo son una tortura para
quienes transitan por ellas tanto por su congestión como por el pésimo estado
de sus pistas. Y eso que no cito las principales avenidas de las zonas Norte,
Sur y Este de Lima.
¿Sabrá el
Alcalde Muñoz cuánto hay que invertir en mejorar el estado de esas pistas? ¿Hay
un plan viable para aliviar el atroz tráfico, incluyendo puentes peatonales?
¿Hasta cuándo las líneas del Metropolitano y la Línea 1 del Metro
dejarán ser medios de transporte donde los pasajeros van apiñados en las
horas punta?
Se dice que la
Línea 2 del Metro de Lima estará lista el 2024, ¿será cierto? , parafraseando a
Cristina Saralegui, una conductora de un programa de televisión que hacía esta
pregunta frecuentemente y a quién imitaban jocosamente en los programas
cómicos.
Vamos a ver qué
hará el Alcalde Metropolitano Jorge Muñoz, No vaya a ser que se dedique a otros
temas poco importantes y Lima siga viendo profundizar su actual caos en el
transporte, por indicar uno.
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