Hará pocos días el Perú ha vuelto
a ser considerado como el “principal
destino culinario” por los World
Travel Awards por cuarta vez consecutiva.
Un importante reconocimiento para
todos aquellos que vienen trabajando para posicionar la gastronomía peruana en
el mundo. El trabajo es parte de una cadena de valor, un “círculo virtuoso” en
donde intervienen gestores como Gastón Acurio, empresarios del mundo
gastronómico, cocineros, mozos, agricultores, pescadores y tantos otros.
La gastronomía peruana tiene
íconos pero su variedad es tan grande que no podemos reducirla a un solo plato.
¡Afortunadamente¡
Existe una variedad de cocinas
regionales que abren enormes posibilidades, donde destaca indudablemente la cocina de Arequipa. Además se viene “descubriendo”
ya desde hace un tiempo atrás la comida
amazónica con lo que representa esto para los proveedores de insumos.
Diversos actores han venido
desarrollándose con el boom de la gastronomía peruana y eso se contrasta con la
existencia de más de 80 escuelas de
cocina (a todo nivel) donde estudian más de 15 mil alumnos y con la generación
de alrededor de 5.5 millones de puestos de trabajo directos e indirectos. Así
como el crecimiento de nuestras exportaciones agroindustriales, agrícolas, pesqueras
y otras.
Todo ello nos lleva a ser
optimistas sobre el futuro de este sector que vinculado al turismo genera un
flujo de turistas que vienen no solo a conocer los atractivos arqueológicos y
otros sino también para probar la enorme variedad de platos que nuestro país
brinda. Sin embargo la calidad de nuestra gastronomía tiene que ir
acompañada de otros puntos que hoy en día reflejan algunos problemas como la inseguridad,
cierto déficit en infraestructura (el inicio de la ampliación del principal
aeropuerto del Perú, el Jorge Chávez, ha vuelto a ser pospuesto hasta el 2018
por problemas burocráticos).
En cuanto al sector de la
gastronomía hay importantes proyectos que ya son una realidad pero tenemos que
incidir en la calidad del servicio no solo en los restaurantes top sino también
en aquellos donde van los turistas de
ingresos medios. La calidad no solo la debemos medir en el sabor de los platos
sino cuando nos atienden o al hacer uso de las instalaciones (incluso de los
servicios higénicos).
Finalmente, entendamos que
nuestra gastronomía no está aislada de nuestras costumbres. Ella es parte de la
multiculturalidad que existe en nuestra patria y responde a una gran fusión que
se refleja no solo en nuestras ollas sino en nuestra vida diaria.
Felicitaciones a todos aquellos que han hecho posible este
reconocimiento y que surjan nuevos cocineros, nuevos emprendedores y que todos
los que son parte de esta “cadena de valor” se beneficien por igual, como parte
de la muchas veces mentada inclusión social.
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