Un viaje siempre brinda una serie de experiencias y aprendizajes.
Ayuda a ampliar nuestra forma de ver la vida y por supuesto no solo se conoce
nuevos lugares sino sobre todo personas.
El viaje al que me referiré en
esta oportunidad es al último realizado cuyo destino fue el hermano país del
Ecuador (Guayaquil, el Parque Nacional
de Cajas y Cuenca). Ello fue posible gracias a la invitación de la Municipalidad del Distrito Metropolitano de
Guayaquil y de la Fundación Municipal Turismo para Cuenca y a la generosa
gestión de mi amigo Rolando.
En artículos anteriores hemos
hecho ya un recuento del viaje, el que realicé como parte de un viaje de prensa
junto con otras 10 personas. Sin embargo solo tengo contacto aún con una sola
de los participantes, Ana. Pese a los escasos recuerdos respecto los
“acompañantes” del viaje, ello se ve
compensado gratamente y en primer lugar con la entrega y dedicación de nuestros
anfitriones en Cuenca, Felipe Cardoso y
Juan Muñoz así como de Cecilia
Vicuña y Tania Sarmiento, Directora
Ejecutiva de la Fundación, quienes hicieron de nuestra estadía en Cuenca
una experiencia maravillosa.
Junto a ellos
mencionaré también el impecable trabajo de Rómulo
Ortega, accionista de la empresa COTRATUDOSSA. Menciono a ellos en primer
lugar pues ahí nos sentimos no solo muy bien atendidos sino con grandes
muestras de aprecio. En Guayaquil nos trataron también muy profesionalmente
aunque faltara el “plus”. Ello también lo sentí en ambos hoteles donde nos
alojamos; el Palace en Guayaquil y el
San Juan en Cuenca (gracias a Claudia Cruz y a todo su equipo).
Guayaquil, como dijimos es una
ciudad alegre y “movida” en tanto Cuenca es más “serena” y señorial aunque el
balance de experiencias en ambas ciudades fue el ideal para un viaje de una
semana. Un detalle especial es el
sentimiento profundamente católico de ambas ciudades, lo cual celebro. En
Guayaquil se da cada año la Procesión
del Cristo del Consuelo, cada Viernes Santo; partiendo de la Parroquia
Cristo del Consuelo hasta la Iglesia Espíritu Santo. Y en Cuenca, El Pase
del Niño Viajero (24 de diciembre), el Corpus Christi, el Festival de Luces en
homenaje a Nuestra Señora del Rosario, Reina de Cuenca y del Azuay (7 de diciembre)
y la Semana Santa, Mención aparte es el Santuario de la Virgen de Cajas y la
extraordinaria historia de Patricia Talbot, de quien escribiremos
posteriormente.
Las muestras de simpatía fueron
igual de generosas en ambas ciudades. Guardo gratos recuerdos de un vendedor de diarios en Guayaquil que me
“fió por unos minutos” la compra de un diario (sin que supiera siquiera en
dónde me alojaba). Otra gratificante experiencia fue el gesto de un vendedor ambulante en Las Peñas
(Guayaquil) quien me invitó a probar sus productos o la amigable charla que
sostuve con un hincha del Barcelona en el Museo de los Equipos del Astillero.
Ni qué decir de un profesor de artes
marciales en Cuenca, Abriam Barrera; de la entretenida conversación con la señora Carlota Vélez Villacis de la
afamada panadería Villacis y la charla con Don Juan Gonzáles Harris en el
Parque Nacional de Cajas. Tampoco olvidaré la gentil atención de toda la gente
en EL
CAFÉ D RIO (bajando el Faro en Guayaquil)
A estos recuerdos añado otros como las conversaciones con gente en los parques y calles de ambas
ciudades tales como un grupo de jóvenes estudiantes de Psicología en el Mirador
Turi en Cuenca o con guayaquileños en la Plaza Centenario sobre un tema que nos
apasiona, el fútbol.
Debemos destacar los esfuerzos
de todos para poner en valor la gastronomía ecuatoriana y mis agradecimientos a
nuestros anfitriones; la Escuela de los
Cheffs ISAC y su Director el afamado cheff Santiago Granda quienes hacen una
tremenda labor para rescatar a las “huecas”; el chef Daniel Contreras de DOS SUCRES y la escuela de
cocina La Warmi de Catalina Abad y Tatiana
Rodríguez en Cuenca.
También debo agradecer las
gestiones gracias a las cuales fui invitado al sintonizado noticiero de
mediodía en Radio Católica de Cuenca
y a una conversación informal en la
empresa de Agua y Saneamiento de Cuenca (ETAPA), ejemplo de eficiencia.
Guayaquil y Cuenca caminan con
buen norte y a pesar de las apreciaciones de una persona que comentó uno de mis
artículos, creo Cuenca es un fabuloso destino no solo para hacer turismo
(Premiada por la World Travel
Awards (WTA) sino para vivir como lo testifican más de
diez mil personas que han ido a vivir a esta ciudad luego de pasar al retiro
laboral. En el caso de Guayaquil, como ya lo dijimos, el Malecón
y sus barrios típicos le imprimen un sello especial.
Somos conscientes que Latinoamérica aún no ha podido
derrotar la pobreza y a todos los problemas inherentes más puedo decir que en
Cuenca no vi miseria y me sentí seguro como lo experimenté también en
Guayaquil, aunque algunos digan lo contrario. Hago votos para que sus alcaldes,
Marcelo Cabrera (Cuenca) y Jaime Nebot (Guayaquil) sigan trabajando por el
bien de sus ciudades y de sus habitantes.
Finalmente
quiero reiterar lo expresado muchas veces. La Paz sellada hace 19 años ha sido
uno de los factores –quizás el más importante- para que este viaje fuera una
extraordinaria experiencia. Lo digo de corazón y con el único ánimo de ser fiel
a la objetividad y a la gratitud con los hermanos ecuatorianos que nos
atendieron y en especial a FELIPE
CARDOSO Y JUAN MUÑOZ.
SALUD
CON UN CANELAZO Y UNA SODA DE SOJOS¡
MUCHISIMAS
GRACIAS¡
http://www.cuenca.com.ec/
No hay comentarios:
Publicar un comentario