Con la aparición de abundante
información en las redes y en el mundo
online, se ha convertido en casi una obsesión viajar al menor costo posible,
sin que ello implique necesariamente calidad y el consiguiente goce.
Han aparecido una serie de
“viajeros” que basados en sus experiencias las quieren trasladar al estilo
“copy, paste” sin preguntarse primero si usted amigo viajero podría adaptarse a
esas particulares circunstancias.
El viajar “a la como sea” está
bien para cierta edad y aun así. Un viaje necesariamente requiere de un mínimo
de presupuesto que asegure por ejemplo una cama limpia y en un lugar seguro.
Eso hay que decirlo claramente. Sin
embargo en muchas de esas webs o blogs de “low costs” se prioriza el precio
bajo a costa de ir a parar con nuestros huesos a sitios insalubres o de dudosa
calidad.
Otro de los factores con los que
recortan costos son vía los viajes “Taylor Made” y se recurre a datos poco
actualizados y a supuestos conocedores de muchos sitios aunque luego ya en el
transcurso del viaje tengamos que sufrir las consecuencias de lugares que ya
existen o rutas extenuantes, propias para velocistas y no para vacacionistas
que buscan conocer un lugar.
En una ocasión escuché a unas
“expertas en el low cost” referirse a sus recomendaciones como hechas solo para
“los likes” o sea no importa si nos serán útiles o servirán para el disfrute
del viaje y que solo serán útiles para el “efecto cortoplacista”. Es más,
muchas de esas recomendaciones obvian al guía local al cual consideran un costo
innecesario y ya sabemos que no es así. Y si les pedimos que sean parte de una
justa retribución vía la llamada “propina”, seguro que nos contestarán que con
ello “pagan una noche de hotel adicional”.
No quiero pensar que en la cabeza
de algunos de esos “gurús” de los viajes “misios” no existe la palabra
“gratitud” o crean que el ser reconocidos es “un costo”. Sería lamentable que
nuestra juventud no tenga valores y que hablen de “sostenibilidad y de viajar
verde” solo de pose o sea “solo para los likes”.
Es importante señalar que siempre hay ofertas que aprovechar
y gastos que recortar pero no olvidemos que “todo tiene su precio y que lo
barato sale caro”. Ya sabemos que ciertas ofertas se dan en ciertas épocas del
año y que una tarifa más barata significa un cuarto mal ubicado (quizás en un
segundo piso y al lado de una esquina ruidosa). No seamos tan ingenuos para
creer que “todo lo que brilla es oro”.
Ya sabe amigo viajero; si desea un viaje más barato primero
averigue exactamente en qué se basan las ofertas y a qué limitaciones son
sometemos. Luego no se queje o sino, cómo dice un dicho antiguo…”a llorar a la
playa”.
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