Foto: Todo Autos
Para describir el caos que
significa el transporte en Lima no se necesitan sesudos análisis de oeneges
dirigidas por especialistas que antes han estado del otro lado del mostrador o
sea ocupando cargos públicos con los cuales hicieron poco o nada para
solucionar el grave problema de movilizarse en la capital del Perú.
El domingo pasado y ayer, el
diario El Comercio ha publicado sendos informes sobre el servicio de taxi y de
colectivos informales que son parte del problema señalado.
Muy buena descripción de la
problemática pero es necesario decir que ellos, entre otros, son parte del
problema (y lo retroalimentan) debido a que desde el Estado no somos capaces de
solucionar las causas de tanta informalidad y caos.
El informe del decano muestra que
hay una evidente sobreoferta de taxis, donde no están cuantificados servicios
como taxis por aplicativo como Beat o Uber. ¿Por qué usamos taxi en vez de
tomar un bus de servicio público? Sencillamente porque éste no satisface con
calidad la necesidad de trasladarse en la ciudad. Un caso patético es el del
Metropolitano donde en las horas punta los usuarios viajan apiñados como en los
buses que existían antes que las combis invadieran las calles de Lima. ¿Dónde
están los organismos reguladores o la Municipalidad de Lima? ¿Acaso los
concesionarios del servicio han cumplido con haber incorporado más buses al
sistema como debería estar en los compromisos asumidos?
Está pendiente en el Congreso la
creación de un organismo que vele por el transporte público tanto en Lima como
en el Callao, como debería ser, pero hasta ahora no se discute esta propuesta
que hizo el Ejecutivo meses atrás. Dejadez que permite que taxis que no
obtienen el permiso para circular en Lima, lo obtienen en el Callao con el que
circulan sin problemas.
La existencia de colectivos
informales en varias rutas de la capital nos muestra dos cosas; una, la
incapacidad para que el Estado haga cumplir las leyes y normas que emite y dos,
la realidad –vale decir una demanda insatisfecha- plantea la necesidad de
adaptar las normas a dicha realidad.
El caos de transporte no se
limita a normas sino básicamente a su cumplimiento. Requisitos engorrosos
implican que las normas tiendan a no cumplirse por el alto costo que representa
su cumplimiento. Sin embargo ya es hora que los cientos de unidades de servicio
público y sus respectivos conductores que tienen decenas de miles de soles por pagar debido a infracciones
dejen de circular. Los que tienen que afrontar estas responsabilidades son
informales y por tanto casi no hay forma de que afronten los requerimientos de
pago. No es posible que la ley proteja a los propietarios de las unidades
infractoras so pretexto que no pueden ser incautadas porque son “armas de
trabajo” o menos que combis destartaladas sigan circulando apelando al “derecho
de trabajar” que dicen tener los propietarios de ellas.
Evidentemente la realidad ha
sobrepasado a un orden caduco. No es posible que la policía no haga nada para
impedir los paraderos de colectivos informales que funcionan a vista y
paciencia al punto que El Comercio los señala con precisión.
Es cierto que hay detalles muy
puntuales que hay que tomar en cuenta como que si en un auto de uso particular
que hace servicio público chocase y hubiera heridos, éstos no podrían ser
atendidos con la cobertura de un seguro que no cubre estos hechos. La creación
de un producto ad hoc deberá ser tarea para las compañías de seguros para
ampliar su demanda y por consiguiente
sus ventas.
Finalmente, en relación al
servicio de taxis por aplicativo, no es posible que un servicio que funciona
bien (precios y calidad adecuados) sea objeto de ciertos intereses y quieran
sacarlos del mercado. Veamos qué hacer para formalizar un servicio que no está regulado
antes que la ciudadanía concluya que lo “no regulado” debería ser la opción
pues funciona “mejor”.
Ya es hora que se trabaje
pensando en soluciones. Con imaginación, dedicación y vocación de servicio
desde el Estado y que los ciudadanos pongamos nuestro granito de arena.
1 comentario:
Trenes, señores, TRENES. Lima necesita unas 30 líneas de metro y cercanías, así como otros transportes como los funiculares para los cerros y sacar, también, a todos los mototaxis de la circulación.
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