El turismo sea en apartados parajes de nuestro territorio, en zonas ya
consolidadas o en ciudades como Lima requieren ante todo seguridad.
Con preocupación vemos que las noticias del día son los conflictos sociales
que degeneran en bloqueos de carreteras y vandalismo. Se reproducen como hongos
malignos poniendo en riesgo la industria turística. De pronto un conflicto
puede acabar con el programa mejor elaborado y que nos ha llevado tiempo
venderlo a un operador del extranjero.
Lastimosamente esto no se reduce a las regiones sino en nuestra misma
ciudad. El desorden y la inacción puede
ocasionar que regresemos a los años 80s cuando el Centro de Lima vio como
las principales empresas y negocios que tenían sus sedes en dicho lugar se
fueron, convirtiendo importantes avenidas como La Colmena, Tacna y Jirón de la Unión en “cementerios” de oficinas
y locales. Esta situación aún perdura a pesar del avance de los últimos 25
años.
Para revertir esto, se requiere –como mencionamos- seguridad y ello como
producto de orden y cumplimiento del principio de autoridad. A ello debemos
sumarle autoridades ediles comprometidas con la promoción del Centro Histórico
como lo fue en su momento el finado Alberto
Andrade y también ciudadanos el doctor
Elías Mendoza, quien desde el Club de la Unión promocionó Lima Monumental.
Hoy en día se debe buscar atraer a inversionistas importantes en el sector
servicios (comercio, hotelería tipo boutique, restaurantes de categoría,
lugares de diversión) que atraigan a un importante segmento de consumidores. Ya
se han perdido importantes lugares como el Palais
Concert que ha terminado sede de una casa de departamentos (Ripley), una parte
de la Casa Wiese y el antiguo hotel
Crillón en sedes de instituciones gubernamentales; cuando los mencionados
lugares pudieron volver a ser lo que en su momento de gloria fueron.
Hoy en día se abre una posibilidad inmensa para que Lima recobre el
potencial que tuvo en décadas pasadas. La
salida de las imprentas en los alrededores del Teatro Municipal ofrece cientos
de m2 de locales disponibles para crear las condiciones de hacer clusters
culturales. Ya han salido a opinar funcionarios de segundo nivel de la
Municipalidad de Lima pero se requiere el espaldarazo del propio Alcalde
Castañeda quien debería salir a comprometer todos los esfuerzos para que el
ingreso de inversionistas tenga la garantía de esa instancia de gobierno.
Solo de esa forma, los inversionistas mirarán el Centro Histórico como
oportunidad de negocios y con ello, la resurrección sostenible de esta zona. A
ello se deberá sumar el esfuerzo que debe hacerse para que el Centro sea un
lugar habitado de día y de noche. Solo de esa manera se logrará resultados. En
varios momentos se ha planteado recuperar decenas de edificios para uso de
casa-habitación pero ello implica un trabajo conjunto entre los propietarios y
las empresas prestadoras del servicio.
Otra de las condiciones para acelerar la transformación del Centro es un
eficiente trabajo del Ministerio de Cultura para aquellas casas consideradas
patrimonio cultural. No es posible que
la restauración, por ejemplo, de la Casona de la Cía de Seguros Popular y
Porvenir siga paralizada o no se avance con la restauración del antiguo Teatro
Colón o el Teatro Segura. Así mismo, ejemplos de la incapacidad para llevar
a cabo las transformaciones que requiere el Centro es ese “elefante blanco” que
representa el edificio en la esquina de
las avenidas Tacna y Emancipación o los edificios sin ocupar, Tacna (en la avenida de dicho nombre) o el
Beytia (en la esquina de Azángaro y Ucayali. Mudos testigos de la incapacidad de pasar
del diagnóstico a la ejecución concreta.
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