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lunes, 11 de mayo de 2015

TRADICION QUE CONTINUA: TABERNA SUPERBA

El otro día leía sobre una abogada que había “colgado los códigos” y abrió una florería con singular éxito. Ello es una muestra de cómo los seres humanos nos podemos “reinventar”. Cambiar de objetivos, emprender nuevos retos y lograr ser diferentes a lo que nos habíamos trazado años atrás.
Los pueblos también tienen esta posibilidad. Corea del Sur dio el salto de ser una nación pobre a la potencia que es hoy en día porque tuvo capacidad de resiliencia, supo trazarse nuevas metas y sobre todo, alcanzarlas.

Otros grandes pueblos de la antigüedad no tuvieron el mismo destino y citaremos a dos: Caral, la ciudad más antigua de América que desapareció al parecer por un cambio climático al igual que los Nascas.
Lima afronta un momento crucial en su existencia. Diversos problemas ponen en peligro su futuro, desde un probable terremoto, pasando por la escasez de un importantísimo recurso como el agua y el caótico tráfico en sus calles. Depende de qué hagan sus autoridades y sus propios pobladores para revertir un futuro un tanto sombrío.
Y éste podría empezar a ser diferente si todos buscáramos cada día a ser mejores, a reinventarnos como esa abogada de la cual nos referíamos al inicio de este post. Otro ejemplo de estos cambios positivos nos lo da la tradicional taberna Superba (Petit Thouars 2884, San Isidro), la cual se sobrepuso a un futuro incierto gracias a la correcta lectura de lo qué querían ser y al planeamiento estratégico que hicieron sus propietarios. Se reposicionaron y haciendo pesar sus siete décadas y más, conjugaron lo tradicional de sus platos típicos y su historia con otro concepto más a tono de los que son los restobares exitosos ubicados en el propio San Isidro y en otros puntos de la capital.
De vender cerveza en botellas de 620 ml, hoy venden solo botellas de 330 ml de la cerveza Cusqueña como de las artesanales nacionales y conocidas cervezas importadas. También hoy ofrecen una variada carta de vinos lo que supone una mayor profesionalización de sus colaboradores, entre ellos el buen Adolfo que siempre hace gala de una excelente atención, quienes ahora tienen que recomendar qué tomar a una clientela más exigente.
El Superba ha rescatado dos equipos que le dan un toque característico: su máquina de hacer café marca Gaggia de los años 50s y una rockola Wurlitzer que pone la nota musical. Ello ha posibilitado que también se pueda degustar un buen café, escuchar muy buena música, unido ello a una nueva carta de piqueos de quesos y embutidos. Las mesas y las sillas son las tradicionales así como el tipo de manteles al igual que la barra y los estantes todo unido a mejoras en el local como sus servicios higénicos, una entrada diferente y algunos otros cambios.
Ojalá que este esfuerzo, como toda inversión, sea apoyado por el Municipio de San Isidro y una buena medida podría ser extender el horario de atención de lugares como el Superba, máxime que el Municipio de Lince, contiguo a San Isidro, permite que los locales funcionen más allá de la medianoche. Se requiere por cierto las garantías de seguridad que hoy adolece no solo Lima sino todo el país.
Conversamos con Alhelí, una de sus propietarias, y celebramos su apuesta por un negocio que viene desde 1938. Contagia su optimismo y no dudamos del éxito y por tanto continuidad del emprendimiento de su abuelo Silvio Canata que vino de las lejanas tierras de Génova, región del valle,Fontanabuona a la edad de 19 años.
Como nos comentó la propia Alhelí, esperamos que su sobrina Isabela de 6 años de edad, sea en el futuro una de las continuadoras de esta taberna. Los que asistimos al Superba y los que asistirán en los años venideros estaremos gustosos de seguir concurriendo a un local que ha sabido conjugar la tradición con los retos de una modernidad cada vez más competitiva.



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