El otro día leía sobre una abogada
que había “colgado los códigos” y abrió una florería con singular éxito. Ello es
una muestra de cómo los seres humanos nos podemos “reinventar”. Cambiar de
objetivos, emprender nuevos retos y lograr ser diferentes a lo que nos habíamos
trazado años atrás.
Los pueblos también tienen esta posibilidad. Corea del Sur dio el salto de ser una nación pobre a la potencia
que es hoy en día porque tuvo capacidad de resiliencia, supo trazarse nuevas
metas y sobre todo, alcanzarlas.
Otros grandes pueblos de la antigüedad no tuvieron el mismo destino y
citaremos a dos: Caral, la ciudad
más antigua de América que desapareció al parecer por un cambio climático al
igual que los Nascas.
Lima afronta un momento crucial en su existencia.
Diversos problemas ponen en peligro su futuro, desde un probable terremoto,
pasando por la escasez de un importantísimo recurso como el agua y el caótico
tráfico en sus calles. Depende de qué hagan sus autoridades y sus propios
pobladores para revertir un futuro un tanto sombrío.
Y éste podría empezar a ser diferente si todos buscáramos cada día a ser
mejores, a reinventarnos como esa abogada de la cual nos referíamos al inicio
de este post. Otro ejemplo de estos cambios positivos nos lo da la tradicional
taberna Superba (Petit Thouars 2884, San
Isidro), la cual se sobrepuso a un futuro incierto gracias a la correcta
lectura de lo qué querían ser y al planeamiento estratégico que hicieron sus
propietarios. Se reposicionaron y haciendo pesar sus siete décadas y más,
conjugaron lo tradicional de sus platos típicos y su historia con otro concepto
más a tono de los que son los restobares exitosos ubicados en el propio San Isidro y en otros puntos de la
capital.
De vender cerveza en botellas de 620 ml, hoy venden solo botellas de 330 ml de la cerveza Cusqueña como de las artesanales nacionales y conocidas
cervezas importadas. También hoy ofrecen una variada carta de vinos lo que supone una mayor profesionalización
de sus colaboradores, entre ellos el buen Adolfo
que siempre hace gala de una excelente atención, quienes ahora tienen que
recomendar qué tomar a una clientela más exigente.
El Superba ha rescatado dos equipos que le dan un toque característico: su máquina de hacer café marca Gaggia de
los años 50s y una rockola Wurlitzer que pone la nota musical. Ello ha
posibilitado que también se pueda degustar un buen café, escuchar muy buena
música, unido ello a una nueva carta de piqueos de quesos y embutidos. Las
mesas y las sillas son las tradicionales así como el tipo de manteles al igual
que la barra y los estantes todo unido a mejoras en el local como sus servicios
higénicos, una entrada diferente y algunos otros cambios.
Ojalá que este esfuerzo, como toda inversión, sea apoyado por el Municipio de San Isidro y una buena
medida podría ser extender el horario de atención de lugares como el Superba,
máxime que el Municipio de Lince, contiguo a San Isidro, permite que los
locales funcionen más allá de la medianoche. Se requiere por cierto las
garantías de seguridad que hoy adolece no solo Lima sino todo el país.
Conversamos con Alhelí, una de sus propietarias, y celebramos su apuesta por un negocio que viene desde 1938. Contagia su optimismo y no dudamos del éxito y por tanto continuidad del emprendimiento de su abuelo Silvio Canata que vino de las lejanas tierras de Génova, región del valle,Fontanabuona a la edad de 19 años.
Como nos comentó la propia Alhelí,
esperamos que su sobrina Isabela de 6 años de edad, sea en el futuro una de las
continuadoras de esta taberna. Los que asistimos al Superba y los que asistirán
en los años venideros estaremos gustosos de seguir concurriendo a un local que
ha sabido conjugar la tradición con los retos de una modernidad cada vez más
competitiva.
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