No hay suficientes palabras para realzar a la madre. Nos dio la vida y cuidó desde el primer segundo que llegamos a la tierra. Nos alimentó, cuidó nuestros sueños y enseñó las primeras palabras. Guió nuestros pasos y a muchos nos llevó al altar.
Muchas cosas han cambiado pero las madres siguen siendo la figura irremplazable que hoy, a pesar que comparte su rol con el de trabajadora; no deja de velar por sus hijos.
De niños, nuestra madre era una heroína a la que no podíamos contradecir. Ya de jóvenes, su palabra ya no era ley pues la impericia juvenil nos hacía ver que podía estar equivocada. Ya de adultos, nos dimos cuenta que la mamá tenía razón en el 99% de veces y en el mayoría de los casos, ese reconocimiento era póstumo. La vida no es eterna y un día menos pensado, nuestra madre dejaba esta tierra. Para quienes cumplimos con nuestros deberes de hijo, la resignación fue el bálsamo que curó nuestras penas.
La madre es una figura que no tiene mácula ni fallas. Es la que sacia nuestra hambre con su comida siempre exquisita; quien nos apoya y consuela en los momentos de tristeza y la que nos da sus sabios consejos, aún siendo adultos.
Felicidad para los que tienen a su madre viva y un recuerdo feliz para quienes no la tenemos ya en la tierra pero sí presentes en nuestra memoria.
Benditas sean las madres¡¡
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