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viernes, 5 de abril de 2013

LOS VALORES QUE SE APRENDEN DE NIÑO: LA AMABILIDAD


Acaba de presentarse el concurso “el peruano más amable” el cual premiará a aquel connacional que tenga mejor disposición hacia un turista que llega al Perú para visitar sus atractivos.
La idea no es mala sin embargo volvemos a reiterar, algo ya expresado anteriormente en nuestro blog,  que el mejor premio para una empresa o para el mismo país es que vengan más turistas atraídos no solo por los atractivos de país sino por la calidad del servicio recibido.
Es sabido que las actitudes y comportamientos positivos se aprenden básicamente en el hogar y luego se refuerzan en el colegio, todo ello a temprana edad. Cualquier refuerzo o incentivo para actuar bien solo influirá positivamente si hay esa base a la que aludimos.
Saludar, agradecer o pedir las cosas con amabilidad no nos quitan nada. Al contrario, refuerzan una convivencia civilizada y con ello se crea una cultura de paz, muy venida a menos hoy en día.
Comportamientos amables u hospitaliarios hacia los extranjeros siempre han sido distingo de nuestra sociedad; quizás en forma ya por demás, en algunos casos. Nuestra nación es el resultado de una serie de influencias culturales y producto de sucesivas inmigraciones que nos han convertido en una sociedad no solo multiétnica sino pluricultural, pero que aún no logra ser “intercultural” y con mucho aún por ser inclusiva así como solidaria.
Es cierto que este concurso busca un mejor clima para el turista pero ello pasa no solo por esa actitud sino por una vida cotidiana más segura. Recuerdo haber visto un comercial publicitario donde se hacía hincapié cómo el peruano común y corriente desconfía de los demás como consecuencia de la inseguridad cotidiana. Otro detalles tiene que ver con cómo un extranjero se sorprende cuando nosotros al recibir su dinero, lo revisamos varias veces para “prevenir una probable estafa”.  Ello es una muestra de qué algo no funciona bien en nuestra sociedad. Que nuestra palabra no baste es algo que debe ser motivo de fundada preocupación.
Si queremos ser completamente racionales, podríamos decir que la amabilidad si reditúa. Un cliente que es saludado, atendido con premura y eficiencia y es agradecido por su compra estará muy motivado no solo a regresar a nuestro negocio o requerir nuevamente de nuestros servicios sino también nos recomendará entre su círculo más próximo y más aún, quizás hasta nos “premiará” con un comentario favorable en sus redes sociales, espacio tan común hoy en día.
Formemos a los niños y jóvenes en valores. Corregir conductas impropias cuesta mucho más que formar al futuro ciudadano. Si sembramos hoy, cosecharemos mañana y no tendremos que estar organizando “concursos de amabilidad”, dedicando nuestros esfuerzos a mejores causas. 

https://www.ecoaventuravida.com

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