Acaba de presentarse el concurso “el peruano más amable” el cual premiará a
aquel connacional que tenga mejor disposición hacia un turista que llega al
Perú para visitar sus atractivos.
La idea no es mala sin embargo volvemos a reiterar, algo ya expresado
anteriormente en nuestro blog, que el
mejor premio para una empresa o para el mismo país es que vengan más turistas
atraídos no solo por los atractivos de país sino por la calidad del servicio
recibido.
Es sabido que las actitudes y comportamientos positivos se aprenden
básicamente en el hogar y luego se refuerzan en el colegio, todo ello a
temprana edad. Cualquier refuerzo o incentivo para actuar bien solo influirá
positivamente si hay esa base a la que aludimos.
Saludar, agradecer o pedir las cosas con amabilidad no nos quitan nada. Al
contrario, refuerzan una convivencia civilizada y con ello se crea una cultura
de paz, muy venida a menos hoy en día.
Comportamientos amables u hospitaliarios hacia los extranjeros siempre han
sido distingo de nuestra sociedad; quizás en forma ya por demás, en algunos
casos. Nuestra nación es el resultado de una serie de influencias culturales y
producto de sucesivas inmigraciones que nos han convertido en una sociedad no
solo multiétnica sino pluricultural, pero que aún no logra ser “intercultural”
y con mucho aún por ser inclusiva así como solidaria.
Es cierto que este concurso busca un mejor clima para el turista pero ello
pasa no solo por esa actitud sino por una vida cotidiana más segura. Recuerdo haber
visto un comercial publicitario donde se hacía hincapié cómo el peruano común y
corriente desconfía de los demás como consecuencia de la inseguridad cotidiana.
Otro detalles tiene que ver con cómo un extranjero se sorprende cuando nosotros
al recibir su dinero, lo revisamos varias veces para “prevenir una probable estafa”. Ello es una muestra de qué algo no funciona
bien en nuestra sociedad. Que nuestra palabra no baste es algo que debe ser
motivo de fundada preocupación.
Si queremos ser completamente racionales, podríamos decir que la amabilidad
si reditúa. Un cliente que es saludado, atendido con premura y eficiencia y es agradecido
por su compra estará muy motivado no solo a regresar a nuestro negocio o requerir
nuevamente de nuestros servicios sino también nos recomendará entre su círculo
más próximo y más aún, quizás hasta nos “premiará” con un comentario favorable
en sus redes sociales, espacio tan común hoy en día.
Formemos a los niños y jóvenes en valores. Corregir conductas impropias
cuesta mucho más que formar al futuro ciudadano. Si sembramos hoy, cosecharemos
mañana y no tendremos que estar organizando “concursos de amabilidad”,
dedicando nuestros esfuerzos a mejores causas.
https://www.ecoaventuravida.com
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