Una de las experiencias
de viajes más impactantes en el Perú es
sin duda alguna navegar el Lago Titicaca. Salir desde el embarcadero de Puno y
recorrer el tramo que separa hasta las famosas islas flotantes de los Uros, no
hace presagiar lo que en pocos momentos nuestros
ojos admirarán. La inmensidad de un lago de más de 8 mil km2, cuyas aguas
cambian de color conforme pasan las horas; verde esmeralda, azul y plata.
Hace 25 años el viaje a
una de sus islas, Taquile, duraba más de 4 horas y quedarse ahí era poco
frecuente. Hoy trasladándonos en embarcaciones rápidas el trayecto dura en
promedio una hora y media y aún en embarcaciones normales, el tiempo de viaje
se ha reducido a 3 horas. Permanecer unos días en esta comunidad nos permiten gozar de
experiencias sin par con sus habitantes, de una comida sana, de deportes
naúticos, de experiencias místicas y por qué no, de espectaculares amaneceres.
La Isla de Taquile tiene
una superficie de 12 km2, a una altura entre los 3810 y 4100 metros y está a 45
kilómetros de Puno y sus pobladores son orgullosos descendientes de las
culturas Tiahuanacota e Inca. Hablan el quechua y también el castellano.
La organización social es
muy sólida y tiene sus orígenes en el ancestral ayllu y son reconocidas sus
habilidades y conocimientos textiles, en donde expresa su vida y sus costumbres.
Cada quien en la comunidad tiene su especialización. Las mujeres tejen fajas,
mantas coloridas y bolsitas para llevar hojas de coca mientras que los hombres
confeccionan pantalones, chalecos, chompas, chalinas y chullos y hasta los niños
a muy tierna edad empiezan a hilar y a preparar la lana. Las mujeres usan un
telar llamado “pampa awana” o telar de suelo en tanto los hombres, otro llamado
“bayeta awana” o telar a pedales.
Otra de las actividades
de la comunidad es el turismo cuyos servicios son ofrecidos en forma rotaria
por todas las familias que se han registrado ante la comunidad. Ofrecen desde
el transporte, hospedaje en sus propios hogares, alimentación, guiado,
ceremonias místicas y el compartir sus vivencias diarias.
Cabe destacar un aspecto
importante en la vida de los habitantes de Taquile; no hay policía y hay un
sistema de autogobierno donde el alcalde es el representante del Estado y un Jefe de la Comunidad, con igual o
mayor peso que aquel y que representa a los jefes de las casi 500 familias que
viven en la isla. Sus aproximadamente 2500 habitantes viven distribuidos en
toda la isla y usan el pueblo para fines comerciales, religiosos y políticos.
Las tierras de cultivo son escasas y usan los andenes para aprovechar al máximo
el poco suelo fértil y el uso de agua es asignado a cada uno de los comuneros y
este derecho les genera obligaciones realizar labores conjuntas en provecho de
todos como por ejemplo limpieza de los canales de regadío o mantenimiento del
embarcadero.
Taquile nos sorprende
también pues la vestimenta diferencia a los miembros de su comunidad. Las
autoridades usan casacas negras y sombreros de estilo europeo mientras que los
jefes de familia usan poncho plomo, chullos con orejeras y chalina roja en tanto el estado civil se
puede distinguir en el tipo de chullo usado (una persona soltera usa uno con
punta blanca) o en el tipo de faja o “chumpi”. Estas fajas son elaboradas por
los hombres casados y registran la historia de las familias, a ellas se les
llaman “fajas calendario” y otras llamadas “calendario” y se usan para cada mes
del año.
Otro dato importante es
que solo las mujeres escriben los ideogramas llamados “pallays” en donde
cuentan las historias y acontecimientos de la comunidad. Los taquileños son en
su mayoría católicos pero conservan sus costumbres, las que se fusionan en
forma sincrética.
Llegar a Taquile, hará
unos 25 años no solo demoraba más tiempo sino que desde la llegada nuestro
estado físico era puesto a prueba, pues se tenía que subir por una escalera de
piedra con más de 530 escalones . Hoy la comunidad ha construido un acceso “más
amigable” pero que no nos hace olvidar la altitud en que estamos. Sin embargo
en la bajada, sí no nos salvamos de la escalera de piedra. Nuestras rodillas y
los músculos de las piernas se acordarán de ellos en la noche, no lo dude.
Visitar Taquile es una
experiencia maravillosa. Claro está que no es la única. La Isla de Amantani,
las islas flotantes de Los Uros, la comunidad de Llachón en la península de
Capachica, la Isla de Ticonata, Ccotos, la península de Chucuito, la Isla de
Anapia, Paramis y tantos otros lugares nos ofrecen un sinfín de posibilidades.
Como ven amigos lectores, el lago Titicaca es un destino imperdible, no solo de
paso sino que es un destino en sí que amerita una estadía de al menos una
semana¡¡
https://www.ecoaventuravida.com
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