Más de una vez hemos escuchado hablar a diversas autoridades sobre sus
intentos por convertir a sus pueblos en nuevos destinos turísticos.
Un atractivo “per se” no se convierte en un destino o “producto turístico”
de la noche a la mañana. Se requiere una serie de pasos previos para que un
bucólico lugar se convierta en un destino que sea incorporado en la lista de
lugares que los operadores más importantes del mundo promocionan.
Por lo general un “producto” es descubierto por un pequeño grupo de
viajeros emprendedores que descubren sus bondades. Así pasó con los petroglifos
de Checta, camino a Canta, o en Azpitia a donde iba un pequeño grupo de
personas y no los cientos que hoy van a comer en sus caros restaurantes.
Checta no logró consolidarse, siendo hoy solo una parada más en el camino a
Canta entre tanto Azpitia es un “point gastronómico” para aquellos que viven o
visitan las playas del sur de Lima.
Muchos lugares pelean por ser el destino preferido. Lunahuaná lo es de
aquellos amantes de los deportes de aventura. Churín lo es de aquellos que
buscan salud en sus baños termales. Caral y Pachacamac son lugares donde se
aprecia la enorme importancia de las culturas preincas de la región Lima.
Sin embargo todas ellos tienen aún serios problemas que resolver. Huacho,
ciudad cercana a Caral, aún no tiene una oferta hotelera suficiente en cantidad
y calidad. Churín tiene problemas de conectividad por el tema de su carretera
que la une con Lima y sus buses no tienen aún el confort debido.
Por otro lado Pachacamac, al estar muy cerca a Lima tiene una muy buena
conectividad si va en auto o bus privado pero ir en servicio público es aún
problemático. Sin embargo se destaca en Pachacamac todo un cluster de
restaurantes gourmet.
Entre tanto Lunahuaná cuenta con nuevos y confortables hoteles y una
oferta de restaurantes campestres así como operadores de calidad que brindan
servicios a aquellos amantes de los deportes de aventura. Sin embargo ir en
servicio público es un déficit que aún está en los temas pendientes.
¿Qué se debe hacer para dar el paso que convierte un atractivo en producto”.
Creemos que lo primero es que sus autoridades y sus pobladores cercanos tomen
conciencia de la importancia de ello. Planificar esa conversión es el siguiente
paso que deben tomar. Desde el propio estudio de impacto hasta la puesta en
valor de los atractivos, sean complejos arqueológicos, atractivos naturales o
culturales.
Caral es un buen ejemplo de cómo se pudo capitalizar el escaso pero significativo apoyo financiero de
gobiernos amigos y transformar un conjunto de pirámides enterradas en las
pampas en lo que es hoy; la ciudad y
complejo religioso más antiguos de América.
Ya hemos hablando de las deficiencias en el crecimiento de Canta y
Obrajillo, donde no se ha respetado su arquitectura y paisaje singulares y es
preciso también resaltar la importancia de que el crecimiento de Paracas vaya
de la mano con el desarrollo de todos sus habitantes. Si no fuera así, lo único
que estaremos haciendo es un proyecto de “desarrollo” que tarde o temprano no será sostenible en el
tiempo.
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