El Perú ha cambiado y no solo ha crecido, hay más desarrollo y por ende ha
disminuido la pobreza . Sus lugares se han transformado también.
Hoy en día Paracas recibe un volumen
impresionante de inversión privada; sea en hotelería, proyectos inmobiliarios o
en concesiones como el nuevo embarcadero de El Chaco.
En los principales destinos hay nuevos hoteles de todas las categorías, la
gastronomía ha dejado de ser éxito para unos cuantos, nuevas rutas se plantean
como alternativas (por citar una, la Ruta
Moche) y el turismo de lujo es ya una excelente alternativa sea en Cusco o en
la selva de Loreto, donde surcan increíbles barcos, por citar ambos lugares
solamente.
Sin embargo cabe resaltar que no todo “lo que brilla es oro”. Hay modelos
de crecimiento que en vez de traer adelanto han traído consigo la pérdida de un
paisaje armónico como en Obrajillo, Canta; donde el cemento y la calamina han
ganado espacio frente a las tejas y el adobe que armonizaban con un paisaje
natural propio de la sierra andina de Lima.
Otro de los ejemplos que no deben ser imitados es la desidia de las autoridades que han
permitido la instalación de granjas de aves en las cercanías de la Albufera de
Medio Mundo o en invasiones cercanas a la milenaria ciudadela de Caral. De hecho no solo ponen en peligro la biodiversidad
de la zona sino la intangibilidad de un patrimonio cultural que debe ser
protegido por las autoridades en todos los niveles.
Otro ejemplo que no debe ser replicado es Azpitia, lugar cercano a Lima que
ECOAVENTURA VIDA comenzó a promocionar a mediados de los 90s , cuando muy pocos
operadores conocían el lugar. Azpitia era un lugar tranquilo, donde se podía
recorrer sus chacras y bajar al río sin problemas. Su tradicional restaurant “El
Balconcito del Cielo” ofrecía muy buenos platos a precios accesibles. Hoy
Azpitia está lleno de restaurantes de altísimos precios, de camionetas 4x4, de
smog y ruido.
Otro lugar cercano, las Lagunas de Chilca están amenazadas por proyectos de
energía y de urbanizadoras. No caemos en la posición extremista pero si
reclamamos que se protejan los recursos y en particular estas aguas
medicinales.
Otro aspecto que debemos señalar es el proceso de urbanización de las
playas del sur de Lima que atentan contra lugares como las lagunas de Puerto
Viejo y restringe el paso a las playas que antes eran de libre acceso. Quién no
ha acampado alguna vez en Sarapamapa, Chepeconde u otros puntos. Hoy el libre
tránsito es solamente un recuerdo.
Sin embarco el proceso de urbanización sí ha traído cosas positivas para
Pachacamac, Cienguilla y Lurín. Se ha potenciado el centro arqueológico de
Pachacamac protegiendo sus áreas intangibles; las Lomas de Lúcumo se han puesto
en valor gracias a sus habitantes y autoridades, Pachacamac también ofrece una
zona gourmet de primera y diversas actividades como las cabalgatas. También
debemos señalar los esfuerzos de emprendedores privados y las autoridades que
han posicionado Lunahuaná como el principal destino cercano a Lima en lo que
concierne a aventura, gastronomía y también diversión. Cientos de limeños van
los fines de semana y encuentran una nueva oferta hotelera y operadores serios
que ofrecen el canotaje, squads, caballos, canopy, escalada, cicloturismo y
treking.
Finalmente queremos
destacar los esfuerzos de promover el turismo vivencial. Bastante se ha
avanzado pero esperamos que este desarrollo sea inclusivo y por ende sostenible
en el tiempo. Felizmente que algunas malas prácticas de “supuestos benefactores” se han ido desterrando. Creemos que los
lugareños tienen un espacio en este negocio y no solamente “migajas”.
Sigamos avanzado y
apostando por nuestro Perú¡
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