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miércoles, 10 de julio de 2013

IDENTIDAD NACIONAL Y PROTECCION DE NUESTRO PATRIMONIO HISTORICO

La destrucción de una de las pirámides del centro arqueológico Paraíso pone en tapete nuevamente el rol que cumplen instituciones como el Ministerio de Cultura, la Municipalidad de Lima, la Policía y la propia prensa.¿Por qué noticias sensacionalistas ocupan grandes titulares y un hecho como éste ya ha desaparecido en la preocupación de los principales medios?.
Lo que está en entredicho es la importancia de nuestra identidad y su origen. ¿A cuántos le importa esto?. Las huacas y restos que forman parte de nuestro Patrimonio Histórico no son solo rastros históricos sino base donde se asienta nuestros orígenes y con ello nuestra identidad como Nación.
Muchos piensan aún que nuestra historia se remonta a los Incas e incluso al Virreinato, al tener el Imperio Inca muy poca duración. Nuestro pasado se remonta a varios miles de años atrás como lo demuestra Caral e incluso las recientes investigaciones en Huarmey y en la propia Paraíso.
Nuestro futuro como nación no tiene proyección si es que no se rescata nuestro pasado. Esto lo debemos enseñar desde la escuela y para ello requerimos maestros orgullosos de su pasado. Medios como El Comercio desarrollan una excelente campaña, “Lima Milenaria”, para rescatar esa memoria perdida en el tiempo y en la desidia de muchas autoridades.  Invertir en la conservación de nuestro patrimonio histórico es considerado, por algunos burócratas, como un gasto inútil. Ello se ve en el estado de muchas casonas en el Centro Histórico de Lima, Barrios Altos, Rímac, en los alrededores de la Plaza 2 de Mayo o en Monserrate, incluso a pocos pasos del Palacio de Gobierno o de la Municipalidad de Lima Metropolitana.

Sin embargo, no todo es desgracia. Hay importantes proyectos  tanto en ejecución como los trabajos hechos en el Centro Histórico por la empresa Lima Express o en aún estudio como las restauraciones de casonas en el distrito del Rímac.
La tarea es ardua aún. Se requieren importantes recursos y sobre todo acción de las autoridades para fomentar la inversión privada. Para ejemplo, dos acciones: una a punto de concluirse como la refacción del ex hotel Crillón convertido en oficinas y el pronto inicio de las obras en el edificio Popular y Porvenir, en la esquina de Garcilaso y Colmena. Ambas obras pondrá en valor un área actualmente deteriorada y con grandes problemas de inseguridad.

Bienvenida esa inversión o como la que puso en valor una casona en Barranco para transformarla en un hotel “boutique”. Lo que no es deseable es aquella que destruye nuestro patrimonio como la que destruyó el Palacio Marsano en Miraflores para hacer una galería de tiendas; la que destruye casonas con valor histórico para hacer edificios; como aquella que invade zonas intangibles (una parte del acantilado de Barranco) para construir edificios o la que afecta el paisaje en la Costa Verde  para hacer un restaurante.
Nuestras autoridades, los inversionistas privados, la prensa y la ciudadanía tienen la palabra.


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