“Prevenir antes que lamentar” es un dicho muy antiguo pero no por ello deja
de tener vigencia.
El Perú es un país con una variada geografía, climas y pisos ecológicos que
mientras nosotros, en la costa nos morimos de calor, en la sierra llueve
torrencialmente, con las consecuencias que ello implica.
Para enfrentar estos fenómenos climáticos, se requiere estudios serios que
arrojen pronósticos acertados. Nos referimos al trabajo del Servicio Nacional
de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) que muy pocas veces,
lamentablemente, acierta.
Sin embargo, hoy en día con el cambio climático se originan lluvias, sequías,
desbordes de ríos, desglaciación y otros que obligan a estar atentos y sobre
todo invertir en la lucha contra la emisión de CO2 y en cosas tan simples como
la descolmatación de los ríos o en la construcción de defensas ribereñas. Pero,
¿cuántos gobiernos regionales o locales prevén esto y hacen los trabajos a
tiempo?. Estamos acostumbrados a actuar cuando ya tenemos los problemas encima
y ello origina finalmente enormes costos y lo peor de todo, la pérdida de vidas
humanas.
Sin embargo no todo lo que puede prevenirse es una labor de titanes ni mucho menos. Pequeños
detalles no son tomados en cuanta. Por ejemplo, el no tomar las medidas de
seguridad adecuadas en las construcciones ha ocasionado muchas muertes de
trabajadores y todo por la dejadez de las autoridades para cumplir con su tarea
de supervisión. Ni que decir de los controles de buses “informales” que han
teñido las pistas con sangre de víctimas debido a la impericia o por no guardar
las normas de seguridad mínimas como el buen estado de sus neumáticos o las
horas de descanso de los conductores. Algo se ha avanzado en esto pero aún
siguen sucediendo luctuosos hechos que pudieron ser evitados, con un poco de
control.
Ni que decir de los accidentes que se producen por la impericia de quienes
participan en un deporte de aventura o por no ir con el acompañamiento de un
guía especializado. Esto no solo ocurre con los turistas nacionales sino con
extranjeros que piensan que porque tienen una “guía de bolsillo” no requieren
de un guía para ascender a un nevado en la Cordillera Blanca.
Otro de los hechos que saltan a la vista es la poca seriedad con la que la
ciudadanía participa en los simulacros de sismos; más aún con la seguidilla de
temblores que está experimentando el mundo y en particular nuestro país. Otro
detalle es saber cuántas familias cuentan con su “mochila de emergencia”. Como
dirían nuestros abuelos, ¿el golpe avisa?
Otra de los déficits que afrontamos es la seguridad. La carencia de efectivos
policiales y de logística adecuada son evidentes pero es lamentable ver como
ciertos efectivos de la Policía no tienen la menor vocación de servicio. Sin
embargo, uno mismo muchas veces se expone cuando por ejemplo, habla en su “smartphone”
en plena calle propiciando un robo al no estar atento o cuando se va a un
restaurante y no se tiene cuidado con sus pertenencias o transitar por zonas
alejadas sin el debido cuidado.
Finalmente recordamos un lema que es muy cierto pero pocas veces es puesto
en práctica; “Defensa Civil, tarea de todos”. Requerimos de ciudadanos
comprometidos y con vocación de servicio. Si vemos algo que puede desencadenar
en una desgracia, informemos a las autoridades o si somos testigos de un robo,
informemos rápidamente. Felizmente hoy en día mucha gente tiene un teléfono
celular. No es necesario arriesgar nuestras vidas interviniendo activamente
pero sí ser solidarios y siempre prestos para actuar.
Tener los teléfonos a mano de los servicios de emergencia como policía,
bomberos u otros y guardar las mínimas condiciones de seguridad para prevenir
incendios u otra calamidad es indispensable.
Es necesario que todos los actores de la sociedad pongan su granito de
arena. Un alcalde trabajador, un ministro con iniciativa o un ciudadano
informado son la mejor garantía para prevenir accidentes o hechos que ocasionen
la pérdida de vidas humanas.
https://www.ecoaventuravida.com
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