El turismo es un sector económico como lo es la manufactura o la minería.
Tiene clientes, empresas y productos o servicios.
El turismo genera miles de transacciones comerciales, millones de divisas,
miles de empleos. El turismo es la tercera actividad económica más importante
en el Perú. Y todo esto no es “gratuito” ni resultado de la suerte.
El auge del turismo es consecuencia de una economía en crecimiento, donde
la inversión privada en unión con la promoción estatal del país ha obtenido
buenos resultados.
Leíamos hace poco a una periodista francesa decir que no debíamos vender “ilusiones”,
que debíamos vender “cultura viva” y que debíamos promover el turismo
responsable. Decía también que era difícil que un extranjero profundizara su
conocimiento del Perú “a través del turismo convencional”.
Realmente esta periodista “no ha descubierto la pólvora”. Y no solamente
porque debemos mirar esto como parte de la ética en los negocios sino porque es
rentable actuar así. Si no desarrollamos un turismo sostenible y responsable
nos quedaremos sin nada que ofrecer o sea no tendremos ríos caudalosos, nevados
que escalar o rutas que caminar.
El problema es que algunos extranjeros que vienen al Perú, sea de
mochileros o de cooperantes, tiene una mirada algo “bucólica” de la realidad.
Pocos tienen el tiempo y la disponibilidad para permanecer largo tiempo en un
destino. Ellos, afortunadamente, sí lo tienen entonces buscan descubrir el Perú
del “día a día” pero la gran mayoría tiene cada vez menos tiempo y dinero y
viene en busca de descubrir “un algo” o experimentar “ilusiones”. Entonces a
ese segmento de mercado mayoritario y que tienen diferentes necesidades debemos
ofrecerles productos y servicios que satisfagan esos deseos. Sea un camino duro
y lleno de aventura, unas playas maravillosas con una oferta gastronómica sin
par; complejos arqueológicos y toda la cultura que conllevan o simplemente un
paseo en la aún misteriosa Amazonía.
El viajero es un cliente como lo es el que compra las galletas a Nabisco o
autos a Toyota. Tiene sus peculiaridades y formas de llegar a él. Lo importante
es saber el cómo. El Perú es uno de los casi 200 países que existen y compite
con cada uno de ellos por un flujo de viajeros. Todos tienen algo que mostrar.
No creamos que somos los únicos que tenemos paisajes hermosos, rica comida o
historia milenaria; sin embargo sí tenemos algunas “ventajas comparativas” que
nos hacen un país “diferente”. Algunas de esas ventajas comparativas son sin
duda alguna tener un Machu Picchu, el 70% del lago navegable más alto del
mundo, un buen porcentaje de la Amazonía, la Cordillera Tropical más alta del
Mundo, una generosa biodiversidad, una cultura milenaria y porqué no también, una
gastronomía espectacular.
Sin embargo todo ello no es suficiente. El organismo promotor del Perú en
el Mundo, PromPerú, debe actuar en forma profesional o sea hacer su tarea que
es promocionar el destino “Perú” en el mundo y que todos los operadores
peruanos estén en igual capacidad de poder aprovechar del trabajo de ellos y no
solo unos pocos. Debemos saber enfrentar la competencia de los países vecinos.
No entendemos por qué algunas “autoridades” plantean realizar campañas conjuntas
con Chile o Colombia cuando cada vez los viajeros tienen menos días para
visitar destinos en el mundo o no buscamos en todo caso incentivar al viajero
de “segunda visita”.
Insistimos en que la actividad turística tiene que ser inclusiva y por ende
solidaria. En este negocio no solo deben ganar algunos sino todos. Hay aún,
prácticas injustas que hacen, por ejemplo, que comunidades pobres del altiplano
cobren por sus servicios 2 meses después de que el viajero terminó su visita mientras
que éste ha pagado al mayorista hasta con 6 meses de anticipación.
Finalmente debemos decir que el turismo es una actividad muy sensible
frente a la inseguridad, a los cambios de “última hora” producto de conflictos
sociales o modificaciones en las tarifas. No matemos a la “gallina de los
huevos de oro”. Cuidemos todo lo avanzado. Protejamos a los turistas, seamos
hospitalarios pero no exageremos o “aplaudamos” prácticas como el “bricheo” y
menos aún el mal llamado “turismo sexual”.
https://www.ecoaventuravida.com
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