La semana pasada Lima fue escenario de “días de furia” en los que se mezcló
ineptitud y desgobierno. Todos fuimos testigos de dramáticas escenas que
esperamos nunca más se vuelvan a repetir.
Nadie duda que Lima es una ciudad
difícil de gobernar por su tamaño y su compleja problemática, resumida
principalmente en su seguridad, su sistema de transporte y sus carencias en
infraestructura.
El crecimiento de la ciudad en estos últimos años se ha debido al avance en
el terreno económico, al fortalecimiento de una clase media, la disminución de
la pobreza y todo ello gracias a la
inversión privada. Sin embargo esto no tiene un correlato en una modernización
del Estado en todos sus estamentos que permita
destrabar las barreras que enfrentan la inversión tanto pública como privada.
Se han iniciado procesos evidentemente importantes como la reforma del
transporte urbano o el sistema de comercialización de productos agrícolas pero
son esfuerzos muy limitados que
requieren sobre todo capacidad de gestión y el cumplimiento de la ley, temas
donde se observa evidentes déficits.
Hay una serie de proyectos que aún están en eso, como el tratamiento de los
Acantilados de la Costa Verde; el reinicio de las obras en la Costa Verde;
importantes obras de infraestructura vial como el trébol de la
Venezuela-Universitaria, los túneles que unirán el Rímac con San Juan de
Lurigancho y el túnel en la zona de Puruchuco;
la puesta en valor de zonas como el Centro Histórico, Rímac, Barrios
Altos y Monserrat; el tratamiento de las aguas de los ríos Rímac y Chillón; la Línea
2 del Tren Eléctrico, la ampliación y el mejoramiento del servicio del
Metropolitano; entre otros.
Sin embargo no todo se reduce a obras tangibles. Un enorme déficit que
tiene Lima es el relativo a la seguridad
que requiere conocimientos, gestión, mano fuerte e imaginación.
Hay seis megaproyectos que han sido tomados por el sector privado pero que
hasta la fecha el único que está en proceso de ejecución es la Vía Parque
Rímac, que contempla un gran cambio urbanístico en la zona y que unirá en 20
minutos el Callao con La Molina. Esperemos que los otros cinco proyectos se
empiecen a ejecutar muy a pesar de cualquier decisión de la ciudadanía de Lima.
Nadie en su sano juicio dará marcha atrás en estos importantes proyectos que
suman en total más de 3,350 millones de
dólares.
A todo ello se unen otras cinco importantes obras: la Costanera del Callao que
ya empezó a ejecutarse y la vía Néstor Gambeta que conduce al Puerto del Callao y que ya está
por terminarse. A ello le sumamos tres obras que se ejecutarán próximamente: la
ampliación del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez; la ampliación de Costa
Verde hasta el Callao y el proyecto de un complejo que incluirá un centro de
Convenciones, que se construirá en un millón de m2 ganados al mar.
Con la ampliación del aeropuerto internacional, Lima se convertirá pronto
en el principal “hub” de Sudamérica, lo que demandará sobre todo eficiencia en
la gestión de sus autoridades. Los cambios ya se dejan ver. La gastronomía
sigue generando un importante movimiento económico; el sector retail y los
centros comerciales siguen creciendo; una mayor oferta de servicios; entre
otros.
Sin embargo para que todo ello continúe se requiere seguridad; respeto a
las normas y que la inversión privada siga adelante.
Esperemos que así sea¡
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