Declaraciones, al parecer sin mayor asidero, de la embajadora de los
Estados Unidos ponen “en el tapete el problema de la seguridad en nuestro
país.
Un confuso incidente en una comunidad alto andina del Cusco trajo como consecuencia una presunta agresión
a un grupo de turistas de estadounidenses lo que la parecer habría producido esta “alerta”.
Es sabido que en el “Perú Profundo” hay mucha desconfianza, sobre todo por
lo foráneo. Razones hay muchas y todas valederas. Por muchos años han sido
engañados y sufrido abusos; es por ello que cualquier relación tiene que estar
basada en una mirada horizontal, en un sincero intercambio de vivencias y pagos
justos cuando se dé el caso de una relación comercial y no en una malsana
curiosidad y poco respeto por las costumbres ancestrales.
La injusticia y la falta de respeto son los peores cimientos para una
sociedad y la interrelación de sus ciudadanos. Mucho me acuerdo de un “empresario”
en Puno que les pagaba “tarde y nunca” a los comuneros de Taquile y Amantani en
Puno. Ese tipo de “negocios” no son los que benefician a la sociedad y
finalmente traen consigo un profundo resentimiento en la gente. Esta situación
es la que retroalimenta el accionar de ciertos grupos marginales para promover
actitudes que van contra la paz social.
El más grande enemigo de esos grupos radicales es el desarrollo, y a ello
contribuye el turismo; pues éste trae consigo empleo, riqueza y con ello menos
pobreza. Eso lo saben bien por eso buscan azuzar cualquier situación.
Por otro lado, es cierto que el tema de la seguridad sigue siendo un punto
pendiente en la agenda del Gobierno. Sin embargo tampoco vivimos en el peor de
los mundos. Ya no estamos en el Perú de finales de los 80s o de los comienzos
de los 90s.
Es sabido que algunas instituciones y personas siguen produciendo “mapas
del delito” u otros estudios que al no concretarse simplemente sirven para
adornar las bibliotecas de algún burócrata. Pero es necesario ya no planes ni
propuestas sino acciones concretas y eficientes.
Viajar en nuestro país tiene sus puntos fuertes y de los otros. De los
primeros no comentaremos. Ya bastante se ha visto al respecto. De los otros, por
ejemplo la informalidad de ciertas empresas de transporte de pasajeros; el poco
patrullaje en nuestras carreteras y un trabajo hasta ahora ineficiente del
organismo regulador han traído consigo que se mantenga la problemática del
sector transporte.
Por otro lado, debemos destacar que las denuncias por robos u atracos a
turistas han disminuido notoriamente. Para
viajar en el Perú es necesario que ellos sean informados de los riesgos
existentes y como protegerse de éstos. De hecho hay lugares peligrosos o
circunstancias que pueden poner en peligro la seguridad de los viajeros pero no
estamos ni en Afganistán ni en alguna
ciudad de la convulsionada frontera al
lado del Río Grande.
Esperemos que el ministerio del ramo actúe rápida y decididamente y aclare
esa “alerta”. El accionar focalizado de un reducido grupo subversivo no puede
poner en “jaque” a un país y menos ser pretexto para atentar contra una de las mayores fuentes de
ingresos y de puestos de trabajo como es el sector turismo.
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