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miércoles, 13 de marzo de 2019

AGENDA COMPLICADA


Casi a fines de los años 70s la familia Torres se mudó a su nueva casa frente a la Universidad Católica. Fue todo un drama para nosotros que los visitábamos siempre como para ellos que de estar en las cercanías de una avenida como la Brasil que conectaba con todos los puntos de la ciudad, ahora tenían que estar a expensas de tan solo una línea de micros, la 37 (A y B) que iba hasta Comas.
Eran los años en que me movilizaba en los micros que circulaban por la avenida Brasil sea para Miraflores (Ovalo), Magdalena o Breña y el Centro de Lima. Me refiero a las líneas 2, 7, 8, 10, 24, 75 y alguna otra como la 32, Senati-San Borja, Covida-Ate.

El transporte público siempre fue un drama para los limeños. Hoy nos escandalizamos pero en aquellos años íbamos apiñados y es en los finales de los 80s que se convirtió en un infierno. En esos años ya vivía en Miraflores y era asiduo de la 59 (A y B), la 2 (A y B) y algunas veces la 54 que partía de la Residencial San Felipe así como los recordados micros de la línea “Chama”.

El remedio vino con la importación de las combis y la reconversión de los empleados públicos (despedidos ante una reducción del Estado) a choferes de transporte público. Pero la supuesta solución se convirtió en un problema más. Gente acostumbrada a no cumplir las normas (trabajar poco o nada y recibir una serie de prebendas) no tardó en convertir las pistas de Lima en campos de carrera y de accidentes cada vez más frecuentes.

A la obra visionaria en que se convirtió la Vía Expresa (a pesar que en sus inicios fue criticada por considerársela en un elefante blanco) no siguieron nuevas vías que se adelantaran a las necesidades que hoy tenemos. Una ciudad de 1 millón de habitantes no supo prever lo que necesitaríamos 40 años después 10 millones de habitantes y menos supo modernizar el servicio de Tranvías, muy vigente hoy en día en muchas ciudades europeas pero que en Lima fue eliminado.

Un ejemplo de ello fue el Corredor Brasil-Alfonso Ugarte habilitado en 1987 que hoy se ha convertido en una vía lenta y llena de semáforos. Salvo algunas obras de envergadura como los pasos a desnivel en las plazas 2 de Mayo, Unión, Cabitos y el Trébol de la Javier Prado así como la avenida Universitaria y la mal llamada Vía Expresa de la Javier Prado; poco se ha hecho.
Las principales avenidas se han convertido en pistas lentas y congestionadas. Javier Prado, La Marina, Salaverry, Ejército, Brasil, Alfonso Ugarte, Canadá, Canevaro, Abancay, Manco Cápac, Iquitos, Sucre, Tingo María, Universitaria, Faucett, Perú,  entre otras no solo son una tortura para quienes transitan por ellas tanto por su congestión como por el pésimo estado de sus pistas. Y eso que no cito las principales avenidas de las zonas Norte, Sur y Este de Lima.

¿Sabrá el Alcalde Muñoz cuánto hay que invertir en mejorar el estado de esas pistas? ¿Hay un plan viable para aliviar el atroz tráfico, incluyendo puentes peatonales? ¿Hasta cuándo las líneas del Metropolitano y la Línea 1  del Metro  dejarán ser medios de transporte donde los pasajeros van apiñados en las horas punta?

Se dice que la Línea 2 del Metro de Lima estará lista el 2024, ¿será cierto? , parafraseando a Cristina Saralegui, una conductora de un programa de televisión que hacía esta pregunta frecuentemente y a quién imitaban jocosamente en los programas cómicos.

Vamos a ver qué hará el Alcalde Metropolitano Jorge Muñoz, No vaya a ser que se dedique a otros temas poco importantes y Lima siga viendo profundizar su actual caos en el transporte, por indicar uno.


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