Lima es una ciudad que a no dudar, ha mejorado mucho. Una muestra de ello son las inversiones inmobiliarias, la presencia de nuevos centros comerciales, restaurantes y lugares de diversión, entre otras; no solo en los tradicionales lugares como Miraflores y San Isidro sino en toda la ciudad.
Sin embargo Lima tiene una agenda un pendiente por resolver o que ya está en camino de ello. Lima generó en el 2010 2.7 millones de toneladas de basura que generan un drama ambiental; el caos en el tráfico genera no solo inmensos costos en horas-hombre perdidas y un sobreconsumo de combustible sino que produce un serio problema de contaminación ambiental y sonora. Lima tiene solo un promedio de 2.9 m2 de áreas verdes por persona, nivel muy inferior al mínimo deseable de 8 m2. El problema de la contaminación del río Rímac y el tratamiento de las aguas residuales aún es un inmenso pendiente por resolver. Otro gran problema es la tugurización en zonas como Lima Cercado, Barrios Altos, Rímac y Breña y el resolver la restauración de casonas coloniales de indudable valor cultural. Y el gran problema de inseguridad que afecta no solo a Lima sino a todo el Perú.
Algunas medidas ya se han tomado y sin duda alguna contribuirán a ser parte de la solución integral de estos problemas.
Por lo pronto Lima ya cuenta con un servicio de buses de calidad con el Sistema “Metropolitano” y un servicio de Tren Eléctrico que ya es una realidad pronta a funcionar. Ambos unidos a la nueva construcción de la Línea de transporte rápido “Amarilla” , los proyectos de túneles que unirán Rímac-San Juan de Lurigancho y Surco-La Molina y la línea Metropolitano 2;, así como nuevas Vías Exclusivas para transporte público de pasajeros; y el programa de racionalización de las líneas de transporte público, la instauración de un “bus patrón” y a una real formalización del sector del transporte; contribuirán a unas mejoras sustantivas en la congestión vehicular y sus consecuencias. Además, el programa de “chatarreo” servirá para sacar de circulación muchas unidades antiguas y contaminantes y la continuación del programa de semaforización “inteligente” son otra de las medidas acertadas.
El Plan de puesta en valor de la Costa Verde, la construcción de un gran parque ecológico adyacente al Río Rímac y la protección del Valle de Lurín permitirán, entre otras medidas, mejorar el índice de áreas verdes, que como se ha indicado es deficitario.
Hay temas pendientes cómo la puesta en marcha de un programa eficiente de recojo de residuos sólidos y una campaña educativa tendiente a un “reciclamiento” desde las casas. Esto hay que hacerlo pronto¡
Otro punto importante que se debe enfrentar no solo desde el Municipio Distrital ni Provincial sino desde las instancias del Gobierno Central es una política de seguridad eficiente que combata el crimen en todas sus manifestaciones; problema que aqueja no solo a Lima sino a todo el Perú. La seguridad es un requisito indispensable para vivir plenamente y da las garantías para la inversión productiva.
En cuanto al mejoramiento de la tugurización y de sus entornos, hay algunas iniciativas privadas como la construcción de un centro comercial donde antes era el Hotel Crillón, que mejorará todo el entorno; así mismo las disposiciones municipales que erradicarán del centro Histórico a todas las imprentas que existen en el “Damero de Pizarro” y las inversiones de centros comerciales en zonas como la Plaza Unión, sin lugar a dudas mejorará el paisaje urbanístico de los alrededores.
Esperemos que las autoridades de Lima Metropolitana y sus distritos trabajen seriamente, con honradez y eficiencia. No es posible que hayan “huecos inmensos” que permanecen meses y meses en vías rápidas como la Avenida Brasil, un Mercado Mayorista moderno que aún no entra en operaciones, inmensas concentraciones de comerciantes informales que hayan demorado más de 20 años en ser formalizados como en Ceres – Vitarte o restaurantes que no cumplen con las mínimas condiciones de salubridad a metros de la Plaza Mayor.
Los limeños merecemos seguir mejorando nuestra calidad de vida : tenemos la obligación de contribuir a ello y el derecho a exigir a nuestras autoridades elegidas.
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