Hará 40 años empezó el declive del Centro Histórico. Ahí se ubicaban los
hoteles más importantes de Lima, las oficinas de las aerolíneas, los mejores
cafés y restaurantes y las tiendas más visitadas. Caminar por la Colmena o el
Jirón de la Unión era toda una experiencia de lo más increíble, para entonces.
La crisis social y económica que empezó a vivir nuestro país trajo consigo
la desaparición de hoteles como el Crillón y el Savoy y el cierre momentáneo
del Bolívar. Los entonces imponentes cines como el Metro, República, Le Paris,
Colmena, Bijou y Excelsior así como el Colón comenzaron a languidecer hasta su
cierre. Tiendas como la Botica Francesa, la Casa Welsch o las lujosas tiendas
de las galerías Boza y Veneto cerraron o se mudaron, en tanto cafés importantes
como el France o el Dominó perdieron a sus principales clientes; uno cerró y el
otro sobrevivió al desastre.
Las casonas empezaron a caerse, la Plaza San Martín y el Parque
Universitario perdieron su prestancia y se llenaron de antisociales y las calles
de Lima se llenaron de vendedores ambulantes. Lima parecía que no volvería a
ser la “tres veces coronada villa”.
Sin embargo no fue así, la gestión exitosa del alcalde Alberto Andrade
permitió erradicar los ambulantes de las calles, el Mercado Central y el Barrio
Chino cobraron nuevos impulsos y los balcones coloniales empezaron a ser
restaurados. Poco a poco volvieron a abrir tiendas en el Jirón de la Unión pero
ya de otro tipo, no las tradicionales que visitaron nuestros padres y abuelos.
Emblemáticos lugares como la Casona de San Marcos fue restaurada y
tradicionales lugares como el Bar Munich, la panadería Los Huérfanos
sobrevivieron y son puntos de reunión de cientos de clientes.
Pasaron los años y una nueva clase media pasea, compra y se divierte en
Lima. Un antiguos café como el Zela se han transformado en un bar y los
imponentes edificios de estilo afrancesado han sido restaurados y puestos en
valor gracias al emprendimiento de una empresa llamada Lima Express.
Importantes casas comerciales como la Wiese se han transformado en “strip
center” y las tiendas de departamentos han sentado sus reales en el Centro. El
antiguo Palais Concert luce su fachada restaurada pero su interior ya no es el
mismo; hoy es una tienda de departamentos.
Aún hay mucho que hacer como la renovación de importantes avenidas como
Tacna, Abancay y la propia Colmena, donde cientos metros cuadrados de viviendas
y oficinas están abandonados. Importantes proyectos aún están en ejecución como
la reconversión del antiguo hotel Crillón, la restauración del antiguo Teatro
Colón, de la casa de Coca o la casona Popular y Porvenir. Otras obras como las
zonas peatonales de los jirones Ucayali e Ica así como Carabaya y Ancash ya son
una realidad y la vida cultural de a pocos comienza a reverdecer en las casonas
restauradas como la O Higgins y la Aspíllaga, hoy centros culturales.
La agenda pendiente tiene grandes retos. La nueva administración municipal
que asumirá funciones el 1 de enero del 2015 tendrá que redefinir el
funcionamiento de un ente autónomo que lleve a cabo el relanzamiento del Centro
Histórico. En los últimos años este trabajo ha tenido un franco retroceso y los
esfuerzos individuales chocan con la desidia de la burocracia tanto estatal
como municipal.
En breve se iniciará el funcionamiento del corredor complementario
Tacna-Wilson-Arequipa que permitirá un tránsito más fluido entre el Centro y
Miraflores y con ello un mayor número de limeños podrá regresar al Centro y lugares como el Centro Comercial
Real Plaza, ubicado en el antiguo Centro Cívico, tomen nuevos bríos.
Esperamos que Lima vuelva a ser la Ciudad de los Reyes y que pequeños
“grandes” esfuerzos como la investigación de Juan Bromley (“Las Viejas Calles
de Lima”) sobre los nombres de las
calles de la Lima Colonial sea difundida o que se trabaje en una propuesta para
hacer rutas peatonales en Lima sobre la base de las Tradiciones del gran
Ricardo Palma.
El Centro Histórico de Lima merece un mejor destino¡¡
ecoreservas@ecoaventuravida.com
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