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lunes, 9 de febrero de 2015

CLIENTES SATISFECHOS POR SIEMPRE

El fin de semana se publicó un artículo con un llamativo título: “el cliente no siempre tiene la razón”. Para muchos, aún hoy en día, esto puede sonar a herejía pero si lo pensamos mejor, tiene mucho de razón.
Cuando las metas se fijaban en términos de lo producido, no importaba “qué” se producía sino “cuánto” pero cuando cambió el enfoque todo varió. En ese entonces lo que se producía tenía que reflejar lo que el consumidor requería o necesitaba. La publicidad se orientó a las percepciones y emociones del demandante de bienes y servicios.
Sin embargo si esta orientación aún se mantiene, ¿por qué el dicho señalado anteriormente podría tener la razón?. Muy simple. Cuando un cliente llega a nuestras puertas sean éstas físicas o virtuales (e-mail , por ejemplo) no siempre es posible atenderlo como él quiere.
Por ejemplo que podría darse en estos días que es época de lluvias en las zonas altas de Lima,: un cliente nos solicita ir a caminar por las rutas de la Carretera Central con un grupo de amigos. Si creyéramos que debemos atenderlo sí o sí, simplemente le tendríamos que preparar toda la logística para el día solicitado. Llegado éste, lo más probable que el grupo de caminantes salgan felices porque hemos dado curso a su pedido.
Sin embargo, los problemas empezarán muy pronto ni bien comience la lluvia. Un paseo inolvidable se convertirá en tal, no por los buenos recuerdos sino por una serie de inconvenientes derivados por no haber sabido decir “no” a tiempo.
Cuando un cliente nos pide algo y si no es conveniente satisfacer su pedido, hay que explicarle con razones la inviabilidad o inconveniencia de ello. Un “no” a tiempo no solo nos librará de malos momentos sino lo más probable es que nos ayude a sumar “un nuevo cliente satisfecho”.
Otro de los criterios que debemos tomar en cuenta es cuando un cliente nos pide la consabida “rebaja”. La calidad de un bien o servicio tiene un correlato en el precio. Algunas veces es posible rebajar el precio sacrificando “margen de utilidad” pero ello no será sostenible en el tiempo si lo hacemos como práctica diaria. Finalmente, el cliente tendrá su rebaja y nuestra empresa se irá a la quiebra o no tendrá capacidad de reinversión.
El consumidor tiene que hacer suyo un dicho antiguo; “si queremos celeste, que nos cuente”. No podemos exigir, por ejemplo, un plato de nuestro tradicional cebiche a 5 soles y esperar un portento de plato. Es posible que se pueda ofrecer uno con cierta calidad de pescado pero no esperen recibir uno y encima que les digan que es de “lenguado” o pidamos un “lomo saltado” y esperemos que sea hecho con lomo fino; evidentemente.
Sin embargo lo que sí no debemos es sacrificar la calidad en la atención.  Pero que quede bien claro que tener un personal motivado y capacitado implica que invirtamos en ellos y esto implica un costo que hay que sumar a la estructura del precio de los bienes y servicios que ofrecemos,
Ofrezcamos lo que podamos hacer con excelencia. Sepamos decir  “no” a tiempo. Si no lo hacemos, tendremos clientes “de una sola compra”. Orientemos nuestros actos a tener clientes fieles y satisfechos, no una vez sino por siempre.

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