LA ETICA EN LOS NEGOCIOS
Cuando un viajero nos escribe un correo electrónico para solicitarnos un programa de viaje, lo primero que le pedimos es qué tipo de viaje desea, cuánta comodidad espera encontrar en sus alojamientos o cuántas limitaciones está dispuesto a afrontar a fin de tener un viaje “diferente”.
Muchas veces nos comentan que hay muchos programas “más baratos” que los nuestros, pero lo que no se tiene en cuenta que esas propuestas y la nuestra no son equivalentes: se ofrecen hoteles aparentemente iguales pero mal situados , en sitios alejados o peligrosos; programas en unidades de transporte inseguras o en empresas de transportes de dudosa calidad; y por último, durante el transcurso del viaje, nadie supervisa o monitorea su cumplimiento.
El asunto no es solo ofrecer “precios baratos” a costa de cualquier tipo de seguridad o calidad. Cuando líneas arriba mencionamos “las limitaciones” que un viajero puede encontrar en países como el Perú, es que hay accesos terrestres que aún no están asfaltados o lugares donde se hace “turismo vivencial” cuyos alojamientos son básicos pues no tienen baños en las habitaciones o agua caliente. Eso hay que hacérselo saber a los viajeros; no hay peor cosa que ofrecer algo y no decir con claridad las características del viaje: distancias recorridas, tipo de carretera, altitudes alcanzadas, tiempo de los viajes, calidades de los alojamientos y todo lo que está incluido en el precio.
Recuerden que los estándares de calidad europeos o estadounidenses, sobre todo en el tema de alojamiento, no son equivalentes a los nuestros. En el Perú hay hoteles de 4 estrellas que no guardan equivalencia con un hotel de 4 estrellas de esos países. Este punto es algo que deben trabajar el ministerio del ramo a fin de exigir los niveles mínimos de calidad acordes con esta clasificación. Si bien es muy importante vender, mucho más importante es vender con ética. No se puede ofrecer programas de aventura o de exigencia física sin preguntar primero si el viajero está físicamente apto o si no adolece de alguna enfermedad que le impida desarrollar esfuerzos. Tampoco se debe ofrecer programas que no correspondan al nivel de precio cobrado. Se puede hacer pequeños ahorros pero NUNCA a costa de la seguridad ni de un confort mínimo o del requerido por el viajero.
Por último, aún si el requerimiento del cliente fuera de un tipo que ponga en riesgo su seguridad y confort; es obligación de un operador honesto hacerle ver los riesgos e inconvenientes de su alternativa aún a costa de “perder” esa venta. Finalmente, un viajero racional sabrá entender nuestras razones y quedará agradecido por nuestras sugerencias. Y cómo siempre estaremos con los brazos abiertos para recibirlo y acompañarlo hasta donde quiera llegar.
Desde este lado de la mágica bruma,
sus amigas y amigos de
ECOAVENTURA VIDA
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