Como siempre ocurre, creemos, las exautoridades cuando comentan sobre algún
problema de la ciudad o del Perú por lo general tienen la “solución” y las
actuales autoridades nos piden paciencia o nos dicen que las soluciones “no se
dan de la noche a la mañana”. Sobre esto
último, creemos que es cierto. Problemas de muchos años demoran en solucionarse
pero lo que desea la ciudadanía es trabajo eficiente de autoridades empoderadas
y que éstas comprenden que hay que asumir los costos inherentes a cualquier
cambio imprescindible para mejorar el enorme problema de tránsito, tema al que
nos referiremos hoy.
Lima ha crecido enormemente en población y en sus necesidades, no así la
oferta de servicios necesarios como el
servicio público de transporte así como la infraestructura vial. Durante años
se ha priorizado la atención a los vehículos privados en vez de atender al
servicio público de pasajeros; basta verlo en dos vías “rápidas” como la llamada Vía Expresa de Javier Prado como en
la zona de Ceres Vitarte.
Evidentemente, lo largo de estos
años se ha hecho infraestructura vial y ya circulan el servicio de buses Metropolitano y el Metro de Lima,
tramo 1 que pronto llegará al distrito más poblado de Lima, San Juan de
Lurigancho. Sin embargo los distritos llamados céntricos no han recibido
atención de las autoridades municipales salvo las avenidas Arenales y Petit Thouars. Las avenidas principales como
Brasil, Arequipa, del Ejército, Sucre,
La Marina y Javier Prado poco o nada han mejorado, ni en un adecuado
reordenamiento de tránsito y menos en el estado de sus pistas. Una obra
necesaria e importante como la conexión rápida con el aeropuerto Jorge Chávez
aún espera su concreción , sea como parte del Metropolitano o el Metro pero que
aún no está definido.
Además, zonas como el Centro Histórico de Lima espera una transformación
para convertirse en zona peatonal preferente. Este proyecto ya está en
estudio de factibilidad, lo que sin duda alguna contribuirá a una revaloración
de nuestro Patrimonio Cultural.
La Municipalidad de Lima Metropolitana se encuentra empeñada en una reforma profunda del transporte público
sin embargo los esfuerzos chocan por ejemplo con la ausencia de una entidad
única que logre armonizar las normas de Lima, con las del Callao o incluso con
las de la provincia de Huarochiri. Nadie quiere perder atribuciones a pesar que
estas circunscripciones, en la práctica, constituyen una solo área. Es
increíble que cuando una licencia para una ruta es denegada en Lima, las
provincias del Callao o de Huarochiri, las aprueben aún a sabiendas de que el
caos se sigue profundizando con ello.
Las licitaciones para los 5 grandes
corredores viales y la puesta en marcha de la transformación de las actuales “empresas
de transportes” en verdaderas empresas aún no avanzan. Inicialmente mencioné los costos inherentes que
ocasionarán estos cambios y ello es lo que, creemos, frena cualquier avance. Es
cierto que habrá perjudicados, como por ejemplo los actuales choferes o
propietarios de unidades de transporte obsoletas que aún circulan por la ciudad
pero creemos que los beneficiarios seremos muchísimo más. Habrá que incluir
alguna medida que aminore los efectos de los costos o incorpore a estas
personas en este nuevo sistema de transporte, pero la puesta en marcha de éste no puede
pararse
Millones de horas hombres pérdidas y
millones de soles gastados por consumo extra de combustible son los costos más
evidentes de un caótico sistema de transporte en Lima; aparte claro está de la
contaminación y de la inseguridad en las pistas que ha costado muchas víctimas
en los accidentes de tránsito.
No hace mucho se quiso reformar el sistema de taxis en la ciudad e incluso
se habla, una vez más, de que haya taxímetros. Sin embargo no vemos aún
resultados y el taxímetro tendrá que esperar hasta que la reforma del
transporte, que traerá mayor fluidez en el tránsito, empiece a caminar.
Esperemos que pronto esta realidad
sea parte del pasado y se imponga una nueva y eficiente realidad.
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