Lima es una ciudad moderna en donde
aún se pueden encontrar, afortunadamente, imágenes de la Lima de ayer. Es cierto que la modernidad avanza
inexorablemente pero es imprescindible que debemos conservar nuestro pasado no
solo por lo que pueda representar “materialmente” sino porque es parte de
nuestra identidad. Imagínense que pasaría si borráramos algunos años de nuestra
vida. Simplemente parte de nuestro ser se iría con ellos.
Días atrás,
coincidentemente, volví a ver a un “afilador de cuchillos” y a un señor que aún
vende “sanguito” (dulce limeño); dos personajes de la Lima de ayer que pensaba
desaparecidos por el inexorable paso del tiempo. Con ellos mi memoria voló a mis años de niñez, cuando se vendía leche
embotellada, existía el diario La Tercera de la Crónica y el tráfico no era tan
caótico. Nada de ello volverá aunque sí tenemos la esperanza que pronto un
sistema de transporte público moderno atienda a los ciudadanos con
eficiencia. El Municipio Metropolitano
se encuentra abocado a una reforma radical del transporte; ojalá que ello
ocurra pronto. Realmente la ciudad ya no puede esperar más. Debemos estar alerta ante las acciones que
tomarán ciertos transportistas que creen tener “derecho” a seguir trabajando en
el caos, merced a “permisos de concesión” otorgados por el Municipio Provincial
del Callao. Ojalá que las autoridades del puerto reflexionen y apoyen la
implementación de los cambios en los cinco corredores complementarios ubicados
en las avenidas troncales limeñas.
Otras noticias son esperanzadoras y algunas no tanto. Pronto se inaugurará un nuevo hotel
boutique en el distrito de Barranco, en lo que fue una casona que ha
sido restaurada excelentemente pero a su vez en el propio Barranco, una empresa
construyó un edificio invadiendo algo más de 100 m2 del acantilado,
que dicho sea de paso es terreno intangible. Las autoridades dejaron pasar el
tiempo y hoy dan como solución, la subasta de ese terreno.
Lima sigue creciendo hacia arriba pero ello debe hacerse respetando las
normas y el cuidado de casonas que representan parte de nuestro patrimonio
cultural. Por ejemplo en Miraflores algo de ello se ha intentado pero luego que
innumerables edificios ocuparan el área donde antes estaban hermosas
residencias de fines del siglo XIX o comienzos del XX, como ocurrió también la
avenida Javier Prado.
Y hoy, momentos antes de escribir esta nota, leí con profundo pesar como sujetos inescrupulosos
habían destruido una de las 12 pirámides del complejo arqueológico El Paraíso
en San Martín de Porres, perteneciente al periodo Precerámico Tardío (2000 a.C
a 3000 a.C). Es sorprendente cómo es posible que haya pasado esto y
cómo las autoridades del Ministerio de Cultura no hagan nada para evitar que
particulares inscriban como suyos terrenos donde hay restos arqueológicos, que
son intangibles. Desgraciadamente ahora autoridades del municipio, del ministerio del
ramo y la Policía tratarán de “soplarse la pluma” sobre la responsabilidad que
les toca a cada quien. El daño ya está hecho. Lamentamos muy de veras esto.
Finalmente, así como el pesar nos embarga, celebramos con gozo el cuarto
aniversario del fallo con el que Unesco otorgó el título de Patrimonio Mundial a la Ciudad Sagrada de Caral (28 de
junio del 2009). Caral es considerada la ciudad más antigua de
América, al haberse desarrollado hace más de 5 mil años.
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