En días pasados republicamos un post que escribimos en el 2010 sobre la
visión de un Perú que había sobrevivido a una de las peores crisis y crecía
mirando al futuro. Hoy a dos días de celebrar el 192º aniversario de nuestra
Independencia seguimos soportando los embates de una crisis mundial que aún
tiene para largo, pero como comentamos días pasados, este crecimiento sigue
mostrándose, por ejemplo, en la construcción de decenas de proyectos
inmobiliarios en zonas donde antes el metro cuadrado valía muy poco y el
entorno estaba totalmente depreciado.
El Perú sigue creciendo a pesar de sus políticos e instituciones, mal
mirados por la ciudadanía por sus deméritos y su poca representatividad. Muchos
se preguntan, y con toda razón, cuál sería el verdadero crecimiento si ellos
funcionaran y respondieran a los intereses mayoritarios de la ciudadanía.
Aún la agenda está llena de proyectos inconclusos y objetivos no cumplidos
pero hay pequeños detalles que muestran que es posible el cambio que todos
queremos. Hoy ya la gente no fuma en lugares públicos, se pone el cinturón de
seguridad en los autos y mayoritariamente se respetan los asientos
preferenciales en los buses de servicio público. Es cierto que nuestro tráfico
es caótico y las autoridades son muy lentas para llevar a cabo una esperada
reforma en el sistema de transporte público; pero hay cosas que ya funcionan
como el servicio Metropolitano y el Tren Eléctrico, ambos en Lima, a pesar de
sus incomodidades en las “horas punta”.
Un cliente mexicano tuvo que permanecer cuatro días más de lo previsto por
variación de sus vuelos. Resignado aceptó algunos programas propuestos. Al
regresar a su país confesó que un connacional le había dicho que la ciudad de
Lima era aburrida y también me dijo que no solo tuvo una maravillosa
experiencia en esos días adicionales sino que hubiera querido que fueran muchos
días más y ofreció regresar, para quedarse solo en Lima, cuando se jubilara en
el 2014. Lima es una ciudad que recién se está descubriendo, aún para los
propios limeños. Ni que decir de su Centro Histórico al cual muchos ni van y
menos conocen.
A pesar de algunos quejosos por la reiteración en los conceptos, dicen
ellos, la gastronomía ha ayudado enormemente a elevar nuestra estima. Ella no
solo nos engalana nuestros paladares sino los de miles de viajeros que regresan
enamorados de sus colores, sabores y aromas y buscan el restaurante de comida
peruana más cerca de sus hogares para seguir repitiendo la experiencia
culinaria.
Así como la comida, hemos rescatado una serie de valores y costumbres; sea
reconociendo los murales de Elliot Túpac, escuchando las melodías de Lucho
Quequezana o participando en fiestas religiosas que representan el mestizaje
como el Qoylloriti, la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo o la Procesión del Señor de los Milagros.
El Perú es un crisol donde se sigue forjando una nación, cada día más
inclusiva y solidaria; donde la pobreza extrema sigue siendo derrotada no solo
por ayudas asistencialistas sino sobre todo por el trabajo constante y
esforzado de millones de emprendedores. Cada mañana que se prenden las máquinas
de confecciones o miles de manos cosechan la tierra bendita o cientos de
peruanos van a los socavones a sacar el mineral de las profundidades de la
tierra; el Perú se hace grande.
Falta mucho pero se ha avanzado bastante. Este 28 de julio brindemos con un
buen pisco peruano y gritemos orgullosos: VIVA EL PERU¡¡
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