La destrucción de una de las pirámides del centro arqueológico Paraíso pone
en tapete nuevamente el rol que cumplen instituciones como el Ministerio de
Cultura, la Municipalidad de Lima, la Policía y la propia prensa.¿Por qué noticias sensacionalistas ocupan
grandes titulares y un hecho como éste ya ha desaparecido en la preocupación de
los principales medios?.
Lo que está en entredicho es la importancia de nuestra identidad y su
origen. ¿A cuántos le importa esto?. Las
huacas y restos que forman parte de nuestro Patrimonio Histórico no son solo
rastros históricos sino base donde se asienta nuestros orígenes y con ello
nuestra identidad como Nación.
Muchos piensan aún que nuestra historia se remonta a los Incas e incluso al
Virreinato, al tener el Imperio Inca muy poca duración. Nuestro pasado se
remonta a varios miles de años atrás como lo demuestra Caral e incluso las
recientes investigaciones en Huarmey y en la propia Paraíso.
Nuestro futuro como nación no tiene proyección si es que no se rescata
nuestro pasado. Esto lo debemos enseñar desde la escuela y para ello requerimos
maestros orgullosos de su pasado. Medios como El Comercio desarrollan una excelente campaña, “Lima Milenaria”,
para rescatar esa memoria perdida en el tiempo y en la desidia de muchas
autoridades. Invertir en la conservación
de nuestro patrimonio histórico es considerado, por algunos burócratas, como un
gasto inútil. Ello se ve en el estado de muchas casonas en el Centro Histórico
de Lima, Barrios Altos, Rímac, en los alrededores de la Plaza 2 de Mayo o en
Monserrate, incluso a pocos pasos del Palacio de Gobierno o de la Municipalidad
de Lima Metropolitana.
Sin embargo, no todo es desgracia. Hay importantes proyectos tanto en ejecución como los trabajos hechos
en el Centro Histórico por la empresa Lima Express o en aún estudio como las
restauraciones de casonas en el distrito del Rímac.
La tarea es ardua aún. Se requieren importantes recursos y sobre todo
acción de las autoridades para fomentar la inversión privada. Para ejemplo, dos
acciones: una a punto de concluirse como
la refacción del ex hotel Crillón convertido en oficinas y el pronto inicio de
las obras en el edificio Popular y Porvenir, en la esquina de Garcilaso y
Colmena. Ambas obras pondrá en valor un área actualmente deteriorada y con
grandes problemas de inseguridad.
Bienvenida esa inversión o como la que puso en valor una casona en Barranco
para transformarla en un hotel “boutique”. Lo que no es deseable es aquella que
destruye nuestro patrimonio como la que destruyó el Palacio Marsano en
Miraflores para hacer una galería de tiendas; la que destruye casonas con valor
histórico para hacer edificios; como aquella que invade zonas intangibles (una
parte del acantilado de Barranco) para construir edificios o la que afecta el
paisaje en la Costa Verde para hacer un
restaurante.
Nuestras autoridades, los
inversionistas privados, la prensa y la ciudadanía tienen la palabra.
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