Ayer nos llegó una interesante infografía sobre la importancia de que existan
árboles en una ciudad, justamente los
que faltan en Lima y en especial en el Centro Histórico. Los beneficios de
su presencia permiten reducir la
contaminación sonora, atrapar partículas contaminantes, protegen contra el
viento, absorbe el CO2, sirven de hogar de seres vivos y protegen del sol y la
lluvia. Cuantos beneficios que nos perdemos por no contar con ellos.
El área comprendida entre Centro Histórico, desde el Parque de la Reserva hasta Barrios
Altos y el Rímac, cuentan con pocas plazas y menos aún con poca área verde.
Incluso en las plazas hay más cemento que verdor, relación que nadie ha tratado
de revertir.
Las áreas que cuentan con un buen porcentaje de áreas verdes son los Parque de la Reserva, el de la Exposición y
el Neptuno (donde está el Museo de Arte Italiano). Las Plazas Bolognesi, 2 de
Mayo , Unión, Monserrate, Italia y
Francia así como el Parque Universitario casi no tienen áreas verdes; en
tanto el Paseo de los Héroes Navales y las plazas más importantes de esta zona, la
Plaza Mayor y la San Martín urgen más verde. Entre tanto solo dos parques
fueron hechos hace no más de 12 años, nos referimos al que ocupa el terreno de la
antigua sede del Banco de la Nación y el que está al frente de la Iglesia de
los Huérfanos.
Como ven, un panorama notoriamente deficitario. Incluso la nueva zona peatonal Ucayali-Ica
comprendida entre las avenidas Tacna y Abancay no tienen ni un cm2 de nuevo
verdor salvo las plazuelas Vallejo y la que está frente a la Iglesia San Pedro,
ya existentes antes de la obra. Ni siquiera macetones ornamentales han sido
colocados en esta vía y las antiguas jardineras del Jirón de La Unión no tienen
plantas que oxigenen esta concurrida alameda. Tampoco resaltan por su verdor las plazas de las Iglesias San Marcelo y
San Sebastián ni tampoco la plaza donde se ubica un monumento a César Vallejo,
frente al teatro Segura.
Frente a ello se espera que el proyecto Vía Rímac haga realidad el parque ecológico adyacente al río Rímac y
de paso este río, hoy contaminado, recobre vida; y que el proyecto de
rehabilitación de las alamedas en el
Rímac, a cargo de un Patronato y de las municipalidades distrital y
Metropolitana, concretice la remodelación de aquellas.
Una posible alternativa a la ausencia de árboles en el Centro sería un
proyecto de hacer azoteas ecológicas, vale decir que en ellas se siembre
plantas y con ello se pueda atenuar la contaminación existente. Protejamos
también los alicaídos arbustos que se sembraron en medio de las avenidas
Colmena, Lampa, Tacna y Abancay, hoy convertidos algunos de ellos en letrinas.
Esta tarea es eminentemente
municipal pero no por ello los habitantes del Centro así como las instituciones
privadas y públicas se deben desatender del imperativo de crear mayores
espacios verdes y con ello mejores condiciones de vida tanto para las personas
que viven ahí como para sus miles de diarios usuarios.
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